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Deja que tus hijos se ensucien a jugar y renuncia al estrés innecesario
Deja que tus hijos se ensucien a jugar y renuncia al estrés innecesario

JUGAR

Deja que tus hijos se ensucien a jugar y renuncia al estrés innecesario

Muchos padres son muy maniáticos con el tema de los gérmenes y rehúyen el contacto de sus hijos objetos.

Los padres son meticulosos por excelencia y desean tener todo bajo el máximo control en lo que respecta a sus hijos. Les vigilan, ordenan, aconsejan y observan qué hacen por si rompen o dañan algo. Les cuesta permitirles que se ensucien y se estresan por ello.

No solo la higiene y las normas preocupan al padre y madre, también la seguridad del hijo y el aprendizaje en valores, normas y comportamientos adecuados para saber actuar en diferentes situaciones. Sin embargo, el niño disfruta ensuciándose y en verdad no hay nada malo en ello. Como padres no se pueden pretender dirigir todo.

El niño juega sin condiciones

Al niño le gusta jugar sin medida y no ve las consecuencias de sus actos. Cuando es pequeño no alcanza a conocer el valor del orden y la limpieza y por supuesto, tampoco le da tanta importancia a su higiene personal. Puede comprender que nadie es perfecto. Eso le hace conectar con la realidad.

Muchos padres son muy maniáticos con el tema de los gérmenes y las bacterias y rehúyen el contacto de sus hijos con animales, objetos y juguetes de fuera de su hogar o impiden que se lleven las manos sucias a la boca. Cuando son bebés puede vigilarse más cierto tipo de contacto, ya que su sistema inmunológico no está formado en su totalidad. En este punto debe tenerse precaución.

La higiene personal es importante y necesariaPie de foto

Pero cuando el niño tiene más de tres años corre, interactúa con todo y el control se escapa de las manos de los padres. Estresarse por ese motivo resulta una pérdida de tiempo. Contrariamente el niño necesita ensuciarse. El pequeño debe inmunizarse y para ello se recomienda estar en ambientes no esterilizados. El pelo de los animales, el polvo, la contaminación, las enfermedades de otros niños o adultos..., es parte de la vida y es imposible evitarlo.

La importancia de la higiene personal sin obsesiones

La higiene personal es importante y necesaria. Sin embargo, que el hijo se ensucie es normal y no le afectará. Ser niño implica hacer travesuras y saltase las normas. Permitirle hacer y ser es una premisa que hay que tener como padres. Sobreprotegerles y obsesionarse no es la solución. La ilusión del pequeño será tocar animales, jugar con arena o coger cosas del suelo. Permitamos al hijo hacerlo y será feliz.

El niño que se ensucia se divierte, se siente libre y no mira más allá, disfruta plenamente del momento. Vivir aventuras es para él su máxima y coartarle en ese término le impedirá realizar algunas actividades que probablemente amigos suyos sí hagan. Los padres han de comprender que el hijo está para aprender y expresarse. El padre no puede ni debe estar 24 horas tras él.

El hijo necesita libertad y aprender a ser autónomo poco a poco. No solo dejarle lavarse los dientes, asearse o vestirse a su ritmo y tiempo, también con ayuda si la necesita. No obstante, ensuciarse en el juego produce aprendizaje. Muchos niños son conscientes -por escuchar a los padres- que asearse es un punto importante, al igual que limpiarse al ensuciarse, y esto hará que tras su momento de diversión demanden esa higiene. Verán que hay que ducharse, cambiarse la ropa o lavarse las manos y la cara porque el momento ha pasado y lo apropiado es estar limpio.

Dejar desarrollarse al hijo

En la libertad está el aprendizaje. No siempre se acierta, es real y de humanos. Los niños necesitan mostrar sus expresiones, ejercitarse, ensuciar, probar y dejar volar su imaginación. Si se les cortan las alas no vuelan. Los padres que siempre están reprendiendo al niño o se centran más en sus equivocaciones que en las ideas o aciertos, merman su confianza e iniciativa.

En el momento de descubrimiento y diversión no se les debe frenar por mancharse la ropaEn el momento de descubrimiento y diversión no se les debe frenar por mancharse la ropa

En el momento de descubrimiento y diversión no se les debe frenar por mancharse la ropa. Eso es algo salvable. Los padres se enervan en demasía, se estresan por tener que lavar la ropa posteriormente. Son niños y a veces eso se olvida. No deben preocuparse por este tipo de cosas que en verdad no tienen tanta importancia. El niño no dejará de saber que lo correcto es estar limpio y llevar la ropa bien. Sin embargo, en el juego lo lógico es volverse loco y no desviar la intención.

Ensuciar y ensuciarse tiene beneficios

Contrariamente a lo que se piensa ensuciarse ayuda a no obsesionarse con la limpieza, el orden o la pulcritud. El niño se inmuniza, conecta con la naturaleza, toca, experimenta y siente. Incluso descubre que hay cosas con las que no tener contacto o que finalmente le resultan desagradables. Pero para esto hay que hacerlo.

Los niños son pura esencia y expresión de su "yo investigador". Coartar su modo de actividad y juego les perjudica como personas. El niño no disfrutará si tiene que estar pendiente de no ensuciarse porque su padre o madre le regañará. No irá al ritmo de sus otros amigos, no comprenderá lo malo que hay en ello y se sentirá disgustado y apartado.

Actuar y vivir del modo que desean otros -en este caso sus padres- les hace realizar sus actividades sin pasión, de un modo frío e incompleto. No se conocerá la verdadera esencia del niño si se le atosiga y reprende. Ensuciarse se relaciona con los sentidos. El niño toca diferentes cosas y percibe en su piel.

Aprender a estar sucio

El menor aprende pudiendo probar, sintiendo y haciendo caso a lo que dice su corazón y no su razón. Igualmente el niño es muy pequeño para centrarse en aspectos de adultos. El movimiento que realiza el niño durante su juego, mientras se ensucia, ríe y divierte es ejercicio, motricidad y sobre todo desarrollo físico y mental. El niño verá condicionado su desarrollo si se le pone trabas.

Ensuciarse es normalmente producto de jugar en la calle, en los parques, en definitiva, al aire libre. ¿Qué mejor opción que los hijos disfruten jugando fuera de casa y pongan a prueba su creatividad e imaginación o socialicen? En el mundo existe mejores cosas que un móvil o una tablet. La naturaleza, otros niños, los columpios o los juguetes. Todo servirá al niño para descubrir y eso es importante en su vida. Por esto no hay que reprimirle, sino acercarle a ello.

Ensuciarse es normalmente producto de jugar en la calleEnsuciarse es normalmente producto de jugar en la calle

En la calle el niño tendrá que resolver situaciones y si se le permite se sentirá capaz de hacerlo. En el futuro el menor sabrá cómo actuar con otras personas y en ámbitos a los que se pueda adaptar y que no sean su zona de confort. Equivocarse forma parte de la vida de cualquiera y les hace ver que la pulcritud y la perfección no existen. Hay muchas connotaciones positivas en ensuciar y ensuciarse.

Estresarse de modo innecesario

Madre y padre se estresan ante muchas situaciones y problemas que deben resolver. Cuando hay niños la actividad del padre cambia y se incrementa. No debe preocuparse solo de lo que tiene que hacer él, de su pareja, la casa o el trabajo, sino también del hijo en su totalidad. Cada persona debe conocer sus posibilidades, ponerse objetivos claros y realistas y no pretender abarcar todo, ni que el resto de las personas actúen como él lo haría.

Cuidar del hijo, protegerle, velar por sus intereses y bienestar se vuelven una tarea diaria que dejar entrever cansancio físico y mental. Los padres desean atender al hijo pero eso no quita que aumente su nivel de ansiedad, estrés y agotamiento. Lo mejor para no llevarse todo el trabajo a la espalda es delegar y compartir con la pareja y el pequeño. Resulta desestabilizador querer tener todo bien y hacerlo a la vez.

Prestar atención, por lo tanto, a cuestiones tan insignificantes como que el niño se ensucie al jugar o comer, no debe alterar el aspecto emocional del padre o madre. Decirle constantemente que "no" o reprenderle no le dejan crecer y le limitan. Los padres añadirán más estrés a su ritmo de vida y el niño estará siempre esperando a que el padre le deje hacer. Es una gran idea pedirle al hijo que ayude a lavar algo puntual o enseñarle a poner una lavadora. El niño comprenderá el sentido del esfuerzo, trabajo, dedicación y limpieza.

El estrés daña la salud

El estrés de los padres no solo les afecta a ellos, sino también a sus hijos. El plazo de entrega de trabajos, las obligaciones con familiares, la dedicación a los niños, la limpieza del hogar, trámites y gestiones burocráticas y la relación de pareja afectan a la persona.

Esto influye en el estado de ánimo. Uno se encuentra agobiado, angustiado y por lo tanto, en menor disposición de pasarlo bien, de realizar planes divertidos donde verdaderamente se disfrute. La mente está en otra parte cuando hay algo pendiente que hacer o resolver y suele ser complicado de olvidar. El niño ve esas actitudes y percibe al padre menos implicado. Eso le apena porque no lo entiende, incluso puede creer que no le importa lo suficiente al padre o que la culpa es suya.

Por este motivo pensar en que el hijo se va a ensuciar no debe ser un motivo por el cual no dejarle pasarlo bien ni estar cómodo y despreocupado. El tiempo pasa deprisa. Los momentos de ocio y juego con los hijos no duran eternamente y no deben desperdiciarse. Si el niño se ha manchado lo habrá hecho probablemente con gusto. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Poner lavadoras es algo habitual cuando hay niños. Se junta la ropa para un momento donde haya más tiempo libre, y listo.

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