La época escolar no siempre es fácil para todos los niños, sobre todo para los más pequeños. Durante la etapa infantil se van produciendo grandes cambios a nivel físico y mental, una evolución que de por sí ya puede ser confusa a la que también se une las tareas y actividades escolares. Son muchos los pequeños que en situaciones como estas pueden verse completamente sobrepasados cuando les llega el momento de sentarse en la mesa de estudio frente a un libro.
Se sienten bloqueados e incapaces de realizar las tareas diarias, lo cual genera situaciones de estrés y ansiedad que hay que saber tratar para que no deriven en mayores consecuencias. En ocasiones esto pasa por recurrir a la ayuda de un profesional, pero son los padres los primeros que deben ayudar al pequeño a salir de esa situación adoptando medidas como las que mostramos a continuación.
Evitar cualquier discusión o conflicto
Que un niño se niegue a hacer los deberes puede generar en los padres una situación de estrés al no saber cómo hacer que su hijo se enfrente a sus tareas. Y una de las principales reacciones es regañar al pequeño, añadiendo aún más crispación al estrés que de por sí ya siente ante su tarea escolar.
En estos casos, lo mejor es que el padre o la madre se tome unos minutos para respirar y tratar de serenarse para luego poder buscar una solución adecuada a la situación que está viviendo su hijo y que debe pasar por la tranquilidad y la paciencia. En este sentido también hay que evitar que el niño escuche discusiones entre los padres que hayan derivado de la impotencia que sienten al no ser capaces de ayudarle. Si el pequeño escucha la pelea y piensa que es por su culpa no hará más que aumentar su estrés y preocupación.
Asegurar un entorno cómodo y adecuado
A la hora de hacer los deberes y de estudiar, una mesa con una luz adecuada son elementos básicos que no pueden faltar. Sin embargo, también hay que intentar que el pequeño se sienta cómodo y relajado en el lugar de estudio y que esté completamente aislado de cualquier distracción como el teléfono móvil, la televisión o el ordenador. Esto no quiere decir que el niño tenga que estar solo en una habitación, ya que hay pequeños que se sienten más cómodos en presencia de sus padres, por ejemplo en la cocina o en el salón. En esos casos, los adultos deben predicar con el ejemplo y dedicar ese tiempo a las tareas que ellos mismos también tengan que realizar, ya sea en lo referente al aspecto laboral como relacionadas con la limpieza u orden de la casa.
De nada sirve que un niño escuche de boca de sus padres que se concentre en su tarea si ve que los adultos no sueltan el teléfono móvil. Por último, en el momento en el que el pequeño vaya a ponerse a hacer los deberes también es recomendable que se compruebe que tiene todo el material que necesita. Pues ya es difícil que logren concentrase como para que se distraiga por tener que ir a buscar un lápiz o una goma.
Saber cuál es el tiempo adecuado que deben dedicar a las tareas
No todos los niños son iguales y, por lo tanto, no todo tienen la misma capacidad de concentración. Ya sea por la edad como por el propio carácter del pequeño, éste podrá dedicar una atención efectiva a las tareas durante un tiempo determinado. Los padres deben conocer cuáles son esos límites y respetarlos, a igual que sus ritmos de trabajo.
En ocasiones, aplicar la 'regla de los 10 minutos' es muy efectivo y se basa en que un niño dedique 10 minutos a sus deberes por el grado del colegio que está cursando, empezando por primero de primaria. Es decir, un pequeño de segundo de primaria tendrá su límite en 20 minutos y niño de quinto en 50 minutos diarios.
Saber cuál es la mejor hora para enfrentarse a los deberes
Hay padres que piensan que el pequeño debe ponerse a hacer los deberes nada más llegar del colegio y, en ocasiones, esto tiene un resultado positivo. Sin embargo, hay pequeños que se concentran mejor después de haberse despejado un rato jugando en el parque, tras la merienda o después de una siesta de 20 minutos. Los progenitores deben saber cual es el momento en el que su hijo está más relajado después de haber pasado todo el día en el colegio, ya que hacer que se siente en la mesa de estudio nada más haber salido del aula puede que aumente el estrés del pequeño derivado de su vida escolar. De esta forma, una vez se haya encontrado cual es el horario óptimo del pequeño, éste deberá respetarse todos los días para ir creando una rutina de estudio.
Mostrar interés por sus actividades
Preguntar al pequeño qué han hecho ese día en clase, cuál es su asignatura favorita o a qué ha jugado en el recreo es una forma de que los padres demuestren a su hijo de que están interesados por su vida escolar. Así el niño tendrá oportunidad de contarles todo lo que le entusiasma de su colegio y sentir que sus padres se alegran de la misma forma que él. La comunicación favorecerá la relajación al distraerse durante unos momentos de sus tareas diarias y, además, es clave para indagar sobre posibles problemas que el niño esté viviendo en el colegio y que puedan necesitar una solución. Tras esta pequeña charla seguro que el niño se siente con más ganas de hacer sus deberes.
Optar siempre por el refuerzo positivo
Está demostrado que el refuerzo positivo tiene un impacto mucho mejor sobre el comportamiento del niño que el negativo. Éste se basa en fomentar un comportamiento favorable con una recompensa que produzca un estímulo en el niño para seguir mostrando esa conducta. Por ejemplo, cuando el pequeño se encuentre ante una pregunta o una dificultad en sus deberes, los padres no tienen que respondérsela directamente, sino ponerle a su alcance todas las herramientas necesarias para que encuentre la respuesta por sí mismo. Luego habrá que felicitarle por haber sabido solucionar el problema el solo, haciendo que la autoestima del pequeño aumente.
Respetar sus horas de descanso
Una tendencia de la actualidad es que los niños cada vez se van más tarde a la cama. Sin embargo, dormir las horas que necesitan es imprescindible para levantarse descansados y con energía para enfrentarse a su día. El tiempo de descanso depende de cada niño, pudiendo estar entre las 8 y 10 horas. Si el pequeño no duerme bien al día siguiente estará más irritable y su capacidad de concentración se resentirá.
Dejar tiempo para que el pequeño se divierta
Un niño pasa muchas horas dentro del colegio, por lo que cuando llega a casa también necesitará un tiempo para divertirse jugando y relajarse. Lo mejor es evitar cualquier dispositivo electrónico y optar por actividades al aire libre siempre que se pueda como ir al parque o hacer deporte. Las actividades extraescolares también son muy importantes, ya que el pequeño aprenderá a trabajar en equipo y la actividad física le permitirá aliviar tensiones.
La gestión es clave
El pequeño tiene que aprender a saber organizar todas sus tareas, porque sino acabará viéndose desbordado por la cantidad de cosas que tienen que hacer. En un primer momento es del todo comprensible que necesiten de la ayuda de sus padres para aprender cómo gestionar sus tareas haciendo uso de herramientas como calendarios, agendas o planificadores.
Una buena forma de hacerlo es que el domingo, después de haber descansado durante el fin de semana, compruebe cuál es el horario de las asignaturas que tendrá la semana que viene y se organice dependiendo del tiempo que tendrá que dedicar a cada una de ellas. También se puede optar por dividir las asignaturas por días o empezar por las más difíciles para que, cuando esté cansado, hacer lo que le resulta más sencillo. De esta forma el pequeño también irá adquiriendo un hábito de estudio saludable que luego le acompañará a lo largo de toda su vida, tanto estudiantil como laboral
Si es necesario, hablar con un profesional
Hay ocasiones en las que los padres no ven cómo hacer frente al estrés que sienten sus hijos ante las tareas escolares, siendo lo mejor en estas circunstancias que acudan a un profesional que sepa cómo tratar el tema. El niño al principio puede que se sienta reacio a hablar con un desconocido, pero seguro que al final se siente más relajado y liberado después de contarle todo lo que le preocupa. Además, un psicólogo también puede ser capaz de encontrar problemas subyacentes a este estrés ante los deberes que agrava la situación, ya sea problemas en el ámbito escolar como en el del hogar. Por su puesto, si los padres sienten que tienen que recurrir al profesor tampoco hay ningún problema. Seguro que entre todas las partes se llega a una solución para que el niño deje de sentirse agobiado y estresado en el momento de tener que abrir el libro y hacer sus deberes.