Un cambio de colegio es una situación a la que frecuentemente deben hacer frente los niños. Una mudanza, un cambio de ciudad o un traslado laboral son sólo algunas de las razones que empujan a los padres a tener que cambiar sus hijos de centro escolar. Aunque a simple vista este cambio pueda no parecer tan grande, lo cierto es que el pequeño tiene que dejar atrás a sus amigos y a un ambiente conocido para enfrentarse a un nuevo centro, con nuevos profesores y la necesidad de hacer nuevos compañeros.
Sin embargo, no hay que hacer que este cambio sea más grave de lo que es y una buena forma de hacerlo es que los padres ayuden a sus hijos a afrontarlo de la mejor forma posible. Y es que lograr una adaptación exitosa no sólo depende de la actitud del pequeño, sino también de una serie de pautas que también son importantes que los padres sigan.
1. No darles la información de golpe
El momento en el que los padres deben comunicar a su hijo que debe cambiarse de colegio suele ser uno de los más temidos. Muchos progenitores piensan que lo mejor es sentarse en el salón y hablarle de la nueva situación; sin embargo, soltar toda la información de golpe puede ser contraproducente. Y es que para el niño puede ser un shock demasiado grande para digerir en poco tiempo.
Por ello, lo mejor es que vayan compartiendo la información poco a poco, de forma que pueda hacer todas las preguntas que desee e ir despidiéndose de sus amigos y de sus antiguos profesores. Por su puesto, lo que nunca hay que hacer es llevar al pequeño al primer día de colegio en un centro diferente sin haberle dicho nada antes.
2. Estar calmados y ser pacientes
Puede que el traslado se deba a una necesidad forzosa con la que los padres tampoco están conformes, pero en el momento de contarle las novedades a su hijo deben tratar de esconder este sentimiento. Si los padres también están nerviosos o enfadados y transmiten estos sentimientos al pequeño, éste afrontará la nueva situación de forma parecida. Por ello, los progenitores deben explicar todo de forma positiva y haciendo ver al pequeño que es una oportunidad para conocer a nuevos amigos.
Además, los progenitores también deben ser pacientes con el proceso de asimilación del niño, ya que lo más seguro es que haga muchas preguntas. Habrá que contestarlas de la forma más positiva que se pueda, porque aunque para un adulto puedan parecer triviales, para el pequeño pueden ser todo un mundo.
3. No cerrar las puertas de forma definitiva a la antigua vida
Un cambio de colegio no supone que el niño tenga que cortar de raíz el contacto con sus antiguos amigos y compañeros de colegio. Si el antiguo centro y el nuevo están en la misma ciudad no hay razón para que el niño no siga quedando a jugar con sus amigos, ya sea a la salida de clase o durante los fines de semana. Además, seguro que hay actividades extraescolares a las que pueden seguir acudiendo juntos.
En caso de que el traslado se haga a una ciudad diferente es posible que no pueda ver a sus antiguos compañeros de forma tan frecuente, pero pueden seguir en contacto por teléfono o por videollamada... y seguro que les divierte mucho mandarse cartas por correo ordinario para contarse todas las nuevas noticias.
4. El niño debe conocer su nuevo centro de antemano
Una de las pautas que hay que seguir para que el cambio de colegio no sea tan brusco es que el pequeño conozca su nuevo colegio antes de empezar las clases. De esta forma no sólo sabrá donde están los baños o el recreo antes de empezar con sus nuevos compañeros, sino que seguro que también descubre muchas similitudes entre su antiguo centro y el nuevo -un aula de música, el comedor, los columpios del recreo-.
En esta línea también es recomendable que el pequeño conozca a sus nuevos profesores con antelación. Para ello, los progenitores pueden tratar de concertar una reunión con el claustro de forma que sus futuros 'profes' puedan presentarse y saludar al niño. Seguro que cuando vea una cara conocida entre el caos del primer día se sienten un poco más tranquilos.
5. Respetar el periodo de adaptación
A pesar de que al pequeño le guste su nuevo colegio o de que ya tenga compañeros nuevos, esto no significa que el proceso de adaptación haya terminado. El niño seguirá acordándose de sus antiguos amigos y, probablemente, preguntará por ellos. Muchos padres creen que si no hablan del tema el pequeño se acabará olvidando, pero esto no es lo más recomendable. Recordar y hablar de su antiguo colegio hará que la adaptación sea menos brusca.
Por otra parte, también es posible que durante los primeros días o semanas el niño esté más irritable, triste o nervioso de lo normal. Es comprensible después de un cambio tan grande. Es por eso por lo que no hay que regañarle ni echárselo en cara, ya que forma parte del proceso de adaptación y hay que respetarlo.
6. El pequeño debe mantener sus viejas costumbres
Un cambio de colegio no supone que el niño tenga que poner patas arriba su vida, sino que los horarios y costumbres de casa deben seguir respetándose. La hora de la cena o de irse a la cama o las actividades familiares durante los fines de semana deben mantenerse. Y es que tener algo de estabilidad en días tan convulsos -especialmente durante los primeros días en el nuevo colegio- es clave para que el niño sienta que no todo ha cambiado.
También es recomendable que el pequeño siguiera realizando las mismas actividades extraescolares que en su antiguo centro, si fuera posible. Seguro que en la nueva ciudad hay también grupos deportivos, escuelas de música o centros de idiomas a los que el pequeño se puede apuntar.
7. Preparar todo para el primer día de colegio
Seguro que en el primer día en el que en niño acuda a su nuevo centro se siente muy nervioso. Una forma de hacer que esté más tranquilo es preparar de ante mano la mochila con todas las cosas que necesitará y la ropa que llevará, siendo preferible que sea su camiseta o pantalón favorito en caso de que no tenga que llevar uniforme obligatorio.
Por lo mañana, los padres pueden prepararle sus tostadas o cereales preferidos y es muy importante que todos desayunen en familia para animar y apoyar al pequeño en su gran cambio. Por último, no es recomendable que el niño ya acuda el primer día solo en su autobús asignado, sino que es una buena idea que los propios padres le lleven en coche. Además, dependiendo de la edad del niño y del centro, quizá hasta puedan acompañarlo hasta su nueva clase y ver cuál es su nuevo pupitre.