Nadie quiere crecer en un hogar tenso o lleno de conflictos. La toxicidad emocional que se desprende de los conflictos familiares afecta directamente a los niños de todas las edades... aunque puede que pase más desapercibido cuando los niños son bebés o aún son pequeños. En realidad, el comportamiento infantil cambia y se perjudica cuando existen conflictos familiares.
Un hogar roto, desestructurado o conflictivo puede perturbar y confundir el mundo de un niño. Esto es cierto desde la infancia hasta la adolescencia. Nadie quiere perder la sensación de seguridad que brinda una familia. Los niños experimentan una amplia gama de emociones que tienen que entender. Los padres deben proporcionar la mayor estabilidad posible e involucrar a otros modelos responsables para aportar apoyo a sus hijos. Es importante que el niño sepa que todavía está seguro, amado y apreciado.
A continuación vamos a comentarte cómo suele ser el comportamiento infantil cuando están pasándolo mal emocionalmente a causa de vivir en un hogar roto, desestructurado o conflictivo. Es importante estar atento a este tipo de señales para ayudar a los niños lo antes posible a encontrar el equilibrio emocional que necesitan para desarrollarse.
Exhibir desafíos físicos
Un bebé o un niño pequeño puede sentir un conflicto dentro de la familia si cambia el estado de ánimo de los padres. Los bebés responden físicamente a los cambios. Los patrones de alimentación o sueño podrían verse alterados. El bebé puede parecer ansioso y demostrar este nerviosismo al vomitar o experimentar complicaciones intestinales. Un niño pequeño puede retroceder si previamente ha sido enseñado para ir al baño y recurrir a comportamientos de bebés, como la necesidad de que le den comer con cuchara.
Mostrar frustración
La frustración con una unidad familiar rota puede manifestarse mediante una agresión abierta al golpear, ten rabietas y otras expresiones externas de dolor físico y emocional. El niño más pequeño no puede expresar las emociones verbalmente y no comprende los sentimientos negativos que está experimentando, por eso su única forma de mostrar la frustración por las situaciones vividas es a través de la agresión hacia uno mismo o hacia los demás.
Es importante que el padre ayude al niño a vocalizar estas emociones y que sea consciente de que son sentimientos válidos. Redirecciona esta frustración y agresión dándole a tu hijo las palabras para comunicar su dolor y que de esta manera comience a ser capaz a identificar sus emociones. Cuando los niños aprenden a poner palabras a lo que sienten, comenzarán a entender mejor qué sienten y cómo lo hacen. Las emociones tienen un propósito, que es ayudarnos a saber cómo estamos en un momento determinado y si tenemos que hacer algo o no para estar mejor.
Sentir culpa
Un niño de primaria o incluso un adolescente pueden sentirse culpables por causar el mal ambiente del hogar, aunque no tengan culpa de nada. Puede sentir que su comportamiento alejó al otro padre y podría esforzarse por mejorar su comportamiento con la esperanza de que el padre regrese.
Asegúrale a tu hijo que él no es la causa y que ambos padres le seguirán amando por siempre. Debes saber que solo porque la relación de sus padres ha cambiado, no altera la forma en que cualquiera de los padres se siente hacia él. Consuela a tu hijo de cualquier edad para disipar estos sentimientos de culpa, para que no se internalicen y causen un daño mayor.
Retirarse
Tu hijo puede sentirse avergonzado de que su familia no esté intacta y se retire de sus actividades normales. Él podría ponerse de frente valiente, fingiendo que todo está bien incluso cuando le duele emocionalmente. Mantén rutinas establecidas en tu hogar para que todo se sienta lo más normal posible. Anima a tu hijo a tener un contacto cercano con familiares y amigos para motivarlo en este momento, para que sepa que no está solo.