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Así te sientes cuando tus hijos rompen tus reglas
Así te sientes cuando tus hijos rompen tus reglas

HOGAR

Así te sientes cuando tus hijos rompen tus reglas

Cuando tus hijos rompen las reglas puedes sentir muchas emociones diferentes... ¿te sientes identificado/a?

Cuando los hijos rompen las reglas que impones en tu hogar es más que probable que te sientas insultado, humillado y lo peor, que creas que la crianza en la que llevas tantos años esforzándote... no ha valido para nada o al menos no está dando los resultados que tú pensabas que sería. La realidad es otra totalmente diferente a cómo soñaste, tus hijos... simplemente parece que actúan por su cuenta.

No has hecho nada mal

Sientes que eres un cero a la izquierda en la vida de tus hijos, y en su difícil adolescencia hay días que te gustaría tirar la toalla de la maternidad/paternidad... porque tienes todas las energías agotadas, porque no te quedan reservas, porque prefieres meterte en la cama y llorar, preguntándote qué es lo que has hecho mal.

No has hecho nada mal. Todo lo contrario. Es natural que los niños desobedezcan ciertas reglas, especialmente aquellas que infringen su autonomía. La desobediencia también puede ser una respuesta a los trastornos emocionales que un niño no ha tenido la oportunidad de resolver. Cualquiera que sea la causa, es natural experimentar una variedad de emociones, desde la frustración hasta la tristeza y más allá, en respuesta a la desobediencia de tu hijo.

 Pon nombre a tus emociones Pon nombre a tus emociones

Cómo te sientes

Para poder comenzar a solucionar este problema es necesario que entiendas cómo te sientes. Pon nombre a tus emociones y de esta manera, podrás comenzar a cambiar tu perspectiva y buscar soluciones para que tus hijos comiencen a ser más obedientes en cuanto a las reglas del hogar.

Falta de respeto

Si tu hijo infringe repetidamente las reglas de la casa, como negarse a limpiar o usar malas palabras en el hogar, puedes pensar que tiene poco respeto hacia ti. Puedes tener la impresión de que cuando hablas, tu hijo intencionalmente te ignora. Esto puede presentar graves fallas en la comunicación familiar y tener un impacto negativo en tu relación en el hogar. Puedes ganar más respeto hablando abiertamente con tu hijo, enfatizando cómo te sientes al ser ignorado y abordando cualquier obstáculo para seguir las reglas de la casa.

Crianza ineficaz

Cuando tu hijo es desobediente, puedes pensar que tu crianza es ineficaz. A veces, los padres tienen dificultades con la consistencia en la disciplina y pagan cuando sus hijos crecen. Incluso si los niños no recibieron la disciplina adecuada durante la primera y media infancia, los padres pueden aprender a ser más consistentes. Además, los niños pueden aprender que tienen que obedecer las reglas o sufrir las consecuencias.

La ira es una de las emociones más inmediatasLa ira es una de las emociones más inmediatas

Enfado

Naturalmente, la ira es una de las emociones más inmediatas que puedes experimentar cuando tu hijo es desobediente. Esta ira puede ser saludable y alentarte a confrontar a tu hijo y encontrar soluciones a su falta de respeto. Sin embargo, también puede ser poco saludable, acumulándose hasta que se vuelva explosivo. En lugar de permitir que esto suceda, acepta este enfado y permite que te motive a encontrar técnicas útiles que le enseñarán a tu hijo a ser más obediente.

Preocupación

Si la desobediencia de tu hijo es constante e implacable, puede tener serias preocupaciones. El comportamiento de algunos niños es tan extremo que los padres buscan ayuda profesional para ayudarlos a identificar las causas e iniciar un tratamiento efectivo. Una indicación de que puede ser el momento de buscar ayuda es cuando la desobediencia de tu hijo se combina con la agresión y la destructividad.

Como ves, cuando los hijos desobedecen puede ser altamente destructivo para toda la familia. En este sentido es necesario. Buscar soluciones cuanto antes y no permitir que la situación se vuelva demasiado inestable. Recuerda que tú eres el ejemplo a seguir para tus hijos.

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