Aunque unas niñas nazcan de la misma madre y del mismo padre, no tienen por qué llevarse siempre bien. Aunque hayan compartido útero en el mismo o diferentes embarazos, las hermanas pueden ser muy diferentes ya que son dos personas únicas con su propia personalidad e idiosincrasia cada una de ellas. En este sentido, en todas las familias que hay dos niñas o más pueden haber conflictos entre hermanas.
El apoyo de los padres y la guía en este tipo de conflictos resulta fundamental para que las niñas aprendan a cómo lidiar los problemas. De esta manera sabrán qué deben hacer en el futuro para que un conflicto que comienza siendo un grano de arena no se convierta en toda una montaña difícil de arreglar.
Es más normal de lo que te imaginas
No es inusual que las hermanas compartan ropa e intercambien secretos un día y se griten unas a otras sobre cómo les gustaría ser hijas únicas en la familia. La rivalidad entre hermanos, que suelen manifestarse a través de los celos, la competencia y las peleas que se producen entre ellas, ocurre en casi todas las familias con más de un hijo, y a menudo incluso continuará a medida que los hermanos maduren. Incluso no solo ocurre entre hermanas, entre hermanos y hermanas y hermanos también ocurre.
Las hermanas tienen más probabilidades de tener una relación más cercana como adultos que otras parejas de hermanos, hay más oportunidades para que el conflicto y la rivalidad continúen en la edad adulta. Si bien no puedes hacer que tus hijas se lleven bien el 100% del tiempo, puede ayudarles a resolver sus conflictos entre hermanas y que aprendan a hacerlo para su buen futuro juntas.
Resolver el propio conflicto
Intenta permitir que tus hijas resuelvan su propio conflicto, interviniendo solo cuando tengas claro que sus habilidades para resolver problemas no las llevan a ninguna parte. Por ejemplo, si tus hijas discuten sobre quién puede usar el coche el fin de semana, trata de dejar que desarrollen un plan de acción por su cuenta. Si no se produce una solución, intenta intervenir y ofrecer una solución o un ultimátum, ya que necesitan resolver esto con madurez y respeto o nadie va a usar el coche el fin de semana.
Separa a tus hijas si es necesario
Separa a tus hijas hasta que se calmen lo suficiente como para resolver sus problemas sin pelear. Por ejemplo, si están peleando sobre a quién le toca usar el ordenador, envíalas a sus respectivas habitaciones durante unos minutos con la instrucción de que deben calmarse y volver a hablar la situación como adultos.
Responsabilizar a ambas por igual
Tienes que asegurarte de responsabilizar a ambas chicas por sus comportamientos. No hay que buscar quién comenzó una pelea porque lo que está claro es que ambas decidieron participar en ella. No tomar partido puede ayudar a resolver el conflicto. Por ejemplo, si una de tus hijas dice que la otra comenzó la pelea y tú te enfrentas a ella por comenzarla, es posible que ésta no esté dispuesta a resolver su conflicto con la hermana porque siente que estás quedándote en el lado de su hermana sobre el de ella, y que no estás teniendo una posición justa ante la situación. Por este motivo, es necesario que ambas se responsabilicen de sus comportamientos pero que tú, te mantengas neutral.
Mantén la calma
Mantén la calma y reconoce los sentimientos de tus dos hijas. Anímalas a sentarse contigo y pídeles a ambas que hablen, con calma, por qué sienten lo que sienten. No menosprecies nada de lo que tengan que decir y exige que mantengan sus palabras y su tono respetuoso. Esto les permite a ambas decir lo que piensan y resolver su problema con madurez. Además, proporciona un buen ejemplo de cómo necesitan resolver conflictos futuros entre ellas y con los demás.