Muchos de los problemas que tienen las personas de hoy en día se deben a que se pertenecen a una familia disfuncional. El pertenecer a este tipo de familia puede llegar a marcar de por vida a una persona y provocar que la educación de los más pequeños no llegue a ser la más adecuada.
Muchos de los problemas que tienen las personas de hoy en día se deben a que se pertenecen a una familia disfuncionalEn la mayoría de los casos se llega a ello debido a que hay personas que forman un hogar o una familia y no están preparado para ello ni física ni emocionalmente. Acto seguido te indicamos cómo detectar a una familia disfuncional.
La presencia del abuso
La primera gran característica de una familia disfuncional es la presencia del abuso. Se entiende por el mismo cualquier tipo de acto que tiene el fin de hacer daño a otra persona que se encuentra en una clara posición de desventaja. El abuso puede ser físico, psicológico o sexual y suele tener graves consecuencias para el miembro de la familia que lo padece o sufre.
Sentimientos destructivos
En una familia disfuncional casi nadie es capaz de comprender los sentimientos de los demás miembros de la familia y suelen despreciarlos. Es bastante normal y habitual que cada uno se muestre intolerante con lo que piensan los demás y se critiquen continuamente. Los sentimientos presentes en una familia disfuncional son siempre destructivos y carentes de valores.
Violencia
Es bastante habitual que en una familia disfuncional, uno o los dos padres sufran algún tipo de trastorno o sean adictos. Ello va a provocar que los episodios de violencia estén presentes en todo momento en la casa y en la misma se llegue a respirar un ambiente de miedo y de terror. Los hijos suelen presenciar en todo momento chillidos, gritos y peleas que acaban repercutiendo en la conducta de los propios niños. Dicha violencia es más común de lo que puedas pensar en un principio y por desgracia va minando poco a poco a los niños a nivel emocional y mental.
Nada de educación
Cualquier niño necesita crecer en un ambiente donde prime valores tales como la felicidad o el amor. En una familia disfuncional ocurre todo lo contrario, hay falta de estabilidad y todo se vuelve caótico con gritos y peleas a todas horas. Está claro que los niños no pueden crecer en un ambiente tan tóxico ya que ello le repercute de una manera negativa a corto y a medio plazo. Los niños resultan perjudicados a nivel emocional, algo que debería no permitirse nunca.
Mundo cerrado
El problema de las familias disfuncionales es que todo queda en casa y son los propios padres los que prohíben a sus propios hijos el contar a otras personas lo que realmente ocurre en la familia. Una de las características más habituales de este tipo de familias es el hermetismo y los niños se tragan todo lo que ven a diario sin que puedan contarlo a nadie. Se les enseña a los hijos a ver a los demás como los auténticos enemigos y a no confiar en nadie en ningún momento.
El problema de las familias disfuncionales es que todo queda en casa Por desgracia, a día de hoy son muchas las familias disfuncionales las que conviven con el resto de la sociedad. Una familia de este tipo requiere una terapia rápidamente ya que no se puede permitir bajo ningún concepto que los niños crezcan a diario en un ambiente tan hostil y tóxico. Si no se corta a tiempo, las consecuencias para todos los miembros de la familia pueden llegar a ser totalmente devastadoras. Un profesional es clave para reconducir todo y conseguir que en dicha familia reine una serie de valores que ayuden a que los más pequeños puedan crecer respetando a los demás y disfrutando del día a día.