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Qué hacer cuando tu hijo no escucha lo que le dices
Qué hacer cuando tu hijo no escucha lo que le dices

COMUNICACIÓN

Qué hacer cuando tu hijo no escucha lo que le dices

¿Estás cansado/a de hablar con tus hijos y que parezca que estás hablando con las paredes? No te pierdas estos consejos.

Es una etapa inevitable que llega cuando los niños y niñas tienen entre 7 y 8 años. Se vuelven obstinados y a ti te frustra cómo los intentos de que te escuchen se vuelven en vano. Los niños suelen tener una forma particular de expresar sus opiniones y de mostrar su personalidad, pero cuando llegan a esta edad, parece que todo cambia, casi de repente.

En lugar enfadarte, habla con tu hijo con calmaEn lugar enfadarte, habla con tu hijo con calma

Los niños y niñas de esta edad, parece que tengan problemas de audición, pero nada más lejos de la realidad. Pueden ignorar intencionadamente lo que les estás diciendo, se vuelven tercos cuando no estás de acuerdo con lo que su pequeña mente piensa. Puede que sientas que tus hijos a estas edades hacen exactamente lo contrario que les dices a propósito. Pero tus hijos/as te escuchan.

Ponen a prueba los límites y el sentido de sí mismos, así como su independencia. Pero para poder afrontar esta etapa de la mejor manera posible sin que debas entrar en un ataque de nervios, entonces no te pierdas estos consejos.

Comprende lo que sucede

Comprende lo que está ocurriendo es esencial para mejorar la situación. Debes saber que esa 'sordera' es selectiva y aunque es frustrante para ti, es una parte normal de la infancia. El mundo infantil en edad escolar crece y ellos aprenden a tener el control sobre ese mundo, empiezan a saber que su mundo está a su alcance.

En lugar de enfadarte, habla con tu hijo con calma y con razón sobre lo que te gustaría que hiciera y cuándo te gustaría que lo hiciera. Esto tendrás que hacerlo en un momento en el que tú no sientas estrés. Debe ser una conversación de doble dirección y no únicamente de forma unilateral. Los niños para sentirse seguros necesitan saber qué se espera de ellos y cuándo, y sobre todo, necesitan también, tener el control de la situación... Solo debes combinar ambos aspectos.

Incorpora algo de humor a vuestra comunicación

En lugar de decir el nombre de tus hijos una y otra vez para acabar gritándolo en pleno estado iracundo, lo mejor es que cambies de táctica. Siéntate a su lado y frotándole la mano en su espalda dile lo que quieres que haga de una manera dulce e incluso con algo de humor.

Si tu hijo/a tiende a olvidar lo que le dices antes de que acabes incluso de decirlo, entonces dile que si lo repites una sola vez más habrá una consecuencia inmediata como por ejemplo, quedarse sin su programa preferido de televisión...

No pueden faltar los límites y las consecuencias

En lugar de meterte de lleno en una batalla campal para que apague la televisión y haga sus deberes o limpie su dormitorio, por ejemplo... Lo necesario es establecer unas pautas y unas reglas a largo plazo. Esto permitirá un recordatorio sobre qué esperas de tus hijos, y si no tienen hechas sus tareas entonces habrán algunas consecuencias. Por ejemplo, si no tiene la tarea acabada antes de las 8 no podrá ver la televisión hasta el día siguiente.

O permitir las consecuencias naturales; si no echa su ropa a lavar, no se lavará. Si no hace su cama, se dormirá con la cama sin hacer, etc.

Recompensa el buen comportamiento

Pero no todo tiene que ser malo, si tus hijos hacen cosas buenas, se merecen tener cosas buenas. Si tu hijo/a hace las cosas bien, entonces refuerza su comportamiento para que lo repita a menudo. Puede ser un elogio en palabras, un afecto cariñoso o una recompensa no material como ir al parque o que pase un rato más con los amigos.

Los niños son y serán siempre niñosLos niños son y serán siempre niños

¡Escoge tus batallas!

Ten en cuenta que los niños son y serán niños, y las luchas de poder son una parte normal de la infancia. Mantén la paz y la armonía en casa escogiendo únicamente las batallas importantes: deberes o responsabilidades del hogar. Deja de lado las cosas más pequeñas como un plato que dejó mal puesto en el lavavajillas.

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