La falta de lealtad puede causar destrucción en las relaciones interpersonales. Los matrimonios y las familias se destruyen con mucha frecuencia por culpa de una infidelidad, o por mentiras, o por promesas rotas. ¿Te acuerdas cuando siendo joven alguien traicionó tu confianza? Probablemente el sentimiento de devastación fue grande, ¡pues imagina cuando quien lo hace forma parte de tu familia! ¡La que habéis creado juntos!
Lealtad a la paternidad
Los padres que tienen más éxito en sus vidas mantienen su promesa de ser leales a sus familias. Suele comenzar con votos matrimoniales que son leales y consistentes o cuando un padre sostiene por primera vez a su bebé en brazos y comprende que quiere estar siempre a su lado y darle todo lo mejor que pueda.
La lealtad se pone a prueba en las relaciones fuertes. Quizá alguien se sienta con sentimientos de deslealtad hacia los hijos cuando no se cumplen compromisos con nosotros mismos o con las familias. El compromiso de ser leal no tiene que estar condicionado a que otros mantengan el compromiso con nosotros. Entonces, ¿cómo se fomenta esta lealtad?
Los padres son leales a las madres de sus hijos
La lealtad en un padre debe ser tanto para aquellos que están casados como para los que están divorciados o separados. Aunque son lealtades diferentes, ambas son igual de importantes por el beneficio de los niños y de la familia.
Padres casados
Para las familias intactas donde padre y madre están casados, los padres comprometidos son leales a sus parejas. Son completamente fieles a sus esposas y no desarrollan relaciones íntimas con otras personas. Evitan pensamientos de infidelidad e incluso en algunos casos no ven pornografía porque sienten que eso es una señal de deslealtad. Hablan bien de la pareja, incluso cuando no está presente. Sienten ganas de tener siempre ese bienestar y sacrifican sus propias comodidades por el bien familiar.
Padres separados o divorciados
También está el caso de los padres que ya no están en relación con las madres de sus hijos, y también son leales aunque la lealtad tenga un significado diferente. No están obligados a seguir sus votos matrimoniales pero deben a sus hijos el respeto (y a veces el cuidado) hacia su madre. Excepto para proteger a los hijos de abuso o malostratos, seguirán respetando a la madre porque aunque se tengan diferencias como pareja es necesario resolver las cosas de manera cívica y respetuosa. Piensan primero en los niños y se comprometen a cuidarles para siempre, siendo un equipo en la crianza aunque sea en hogares diferentes.
Padres leales a los hijos
Es una lealtad personal que parece evidente pero que en ocasiones, brilla por su ausencia. Los niños pueden crear grandes juicios para nosotros cuando se rebelan contra la autoridad, hacen cosas que nos avergüenzan o impulsan los conflictos entre nosotros y los demás. Podemos sentirnos tentados a quejarnos de ellos a nuestros amigos o incluso a hablar mal de ellos delante de otros. Pero los grandes padres que hacen y mantienen una promesa de lealtad están comprometidos indefectiblemente con el bienestar a largo plazo de sus hijos y los tratan con respeto.
Estos padres elogian en público y disciplinan en privado, cuando necesitan ayuda de crianza la reciben pero jamás despreciarán a sus hijos en público, ¡y tampoco en rpivado!
Padres leales a sus principios
El mayor desprecio de nuestra sociedad está reservado para el hipócrita. Tomemos, por ejemplo, la historia real de un líder político que en privado tuvo un romance mientras se enfrentaba públicamente a otro líder del partido rival cuyo romance era más conocido. La lealtad a los principios es fundamental para la credibilidad de cada hombre y, por lo tanto, de cada padre. Lo que creemos, debemos hacer. Tenemos ser fieles a nuestra conversación interior y a nuestros valores.