Cuando un adolescente tiene un trastorno psicológico la prioridad es siempre ayudarle cuanto antes mejor. Como padres, debemos volcarnos en él y asegurarnos que recibe la mejor atención profesional y familiar. El apoyo emocional y psicológico que nosotros le proporcionamos es vital para que puedan recuperarse de un trastorno. Por eso, no dudamos ni en segundo en sacrificarnos por ellos a pesar de que nosotros no estemos en nuestras mejores condiciones.
Es decir, en nuestro afán por ayudar a nuestros hijos a sobrellevar un trastorno psicológico nos olvidamos de algo muy importante y que es un factor de protección para la recuperación: nosotros mismos. Los padres se obcecan en ayudar al menor y a menudo son negligentes con su propia salud tanto física como mental. No le dan tanta importancia y se descuidan, sin darse cuenta de que si ellos no están física ni emocionalmente bien no pueden ser un apoyo para sus hijos.
Los padres también tienen secuelas de los trastornos que viven sus hijos
- Ansiedad: el nerviosismo y preocupación que los padres sienten es enorme. Se sienten impotentes porque no saben como acelerar el proceso de curación de sus hijos y parte de la culpabilidad de no poder hacer nada se va cuando se preocupan, es una forma que nuestro cerebro tiene de autoengañarse. Obviamente la preocupación no se puede eliminar cuando nuestro hijo tiene un trastorno psicológico, siempre hay algo que nos va a rondar la cabeza. Sin embargo, tienes que aprender a diferenciar entre las preocupaciones reales y las que son exageradas, tomar prioridad y podar el resto o al menos convivir con ellas sin prestarles demasiada atención porque solo nos van a minar la moral.
- Insomnio: esa angustia y preocupación muchas veces impide que los padres descansen a la hora de irse a dormir. Pueden tardar mucho en conciliar el sueño, levantarse varias veces en mitad de la noche o incluso despertarse 3 o 4 horas antes de lo debido. ¿Cómo vas a rendir correctamente si no duermes por las noches? Tu trabajo peligrará y también tu seguridad, sobre todo si tienes que desplazarte conduciendo o usar maquinaria peligrosa.
- Depresión: cuando la enfermedad de nuestro hijo es de difícil tratamiento los sentimientos de impotencia, frustración y rabia pueden llevarnos a la culpabilidad (por no poder arreglar la situación), anhedonia y más adelante a tener síntomas depresivos. En estos casos los padres sienten que ha habido algo en su forma de crianza que ha propiciado esa situación cuando no tiene por qué ser así. Se sobrecargan con responsabilidades que no le son propias.
¿Qué podemos hacer?
Lo primero que se debe de hacer es reconocer que uno no puede enfrentarse a la situación solo y que debe pedir ayuda, sobre todo cuando se trata de padres separados o divorciados que deben ocuparse de los hijos de forma individual. En esos casos es incluso más importante ser realista y buscar terapia o apoyo en algún lado.
- Grupos de ayuda para padres. Hay muchos grupos de ayuda o de terapia para padres dependiendo del trastorno psicológico que tenga el hijo. De esta forma, puedes encontrar grupos para padres con hijos que tengan TDAH, comportamientos agresivos, trastornos de alimentación, depresión, etc. Para informarte la mejor manera es preguntar a las asociaciones que se encargan de forma específica de ese trastorno.
Normalmente en casi todas las asociaciones enfermedad tienen un grupo de ayuda local para padres. Se reúnen un día a la semana (o cada 15) y entre todos comentan como están llevando el trastorno y el proceso de teapia. Estos grupos son muy buena alternativa para aquellos que se sienten sobrepasados con la situación, así pueden compartir sus experiencias en un entorno seguro. El resto de los integrantes no solo les escuchará si no que pueden aconsejarle sobre qué hacer, algunos de los padres que allí acudan seguro que tienen más experiencia y pueden darles pautas para saber cómo comportarse en los momentos álgidos del trastorno. Estos grupos están dirigidos por un psicólogo que hace de mediador y ayuda a los padres a comprender el problema de sus hijos.
- Busca una red social de apoyo. Está muy unido al punto anterior. No solo deberías asistir a charlas de ayuda para padres si no también abrirte a otras personas que se encuentren en una situación similar a la tuya. Cuando el grupo es positivo y tiene éxito las interacciones entre sus miembros se extienden más allá de él, de manera que es normal que nazcan lazos entre los diferentes miembros y surjan nuevas amistades o apoyos. Tener a alguien en tu misma situación hace que sobrellevarlo no sea tan duro y que no tengas que esperar a la siguiente reunión o terapia para poder desahogarte.
- Descansar lo suficiente. Si nos descuidamos nosotros también podemos caer enfermos, entonces será imposible que podamos brindar a nuestros hijos el apoyo suficiente. No solo funciona la terapia psicológica y la medicación, nuestros hijos necesitarán de un hombro donde apoyarse y poder desahogarse. En estas edades no todos los amigos adolescentes de nuestros hijos sabrán reaccionar de forma adecuada y muchos pueden acabar alejándose, en esos casos los padres son el principal colchón para ellos. En este sentido, debes tomarte un tiempo al día solo para ti en el que tengas intimidad y puedas estar tranquilo para relajarte, disfrutar de un hobbie, desconectar o simplemente dormir. Si te sientes muy culpable por ello piensa en todo el daño que indirectamente le estarás haciendo a tu hijo si no te cuidas lo suficiente.
- Sigue una alimentación adecuada. El trastorno no puede ser una excusa para descuidar este aspecto. Muchos padres se quejan de que no tienen tiempo para cocinar o que están tan cansados que no les apetece ponerse frente a los fogones. Sin embargo, si no te nutres correctamente tu físico se acabará resintiendo y tu paciencia... también. Estarás de peor humor, más cansado e incluso tendrás más probabilidades de caer enfermo porque tu sistema inmunitario se debilitará.
- Delega parte del trabajo. No puedes con todos los problemas a la vez, por eso deberás aprender a ceder parte del trabajo a otras personas. Si no cuentas con la ayuda del otro progenitor tal vez puedas apoyarte en un hermano mayor, en un tío o un familiar cercano. Dividir las tareas te permitirán tener algo más de tiempo para ti y evitarás estar tan agobiado.