Cuando se grita a los hijos siempre es porque se ha llegado al límite de la paciencia, porque no se ha sabido controlar el estrés generado por una situación determinada. En este sentido, es necesario saber que gritar a los hijos nunca les aportará nada bueno emocionalmente y lo que consigas será a corto plazo, porque ellos no entenderán por qué les gritas haciéndoles daño emocionalmente sin entender ni tener en cuenta cuáles son sus sentimientos.
Si gritas a tus hijos es posible que pienses que ellos son el problema y que si gritas es porque te han hecho perder la paciencia. Pero la realidad es bastante diferente... Si gritas a tus hijos el problema eres tú y en ningún caso lo son ellos.
Gritar no funciona
Es posible que pienses que gritar es más fácil para desahogarse y conseguir que tus hijos, a través del miedo, obedezcan. Pero lo que ocurre es que tus hijos te perderán el respeto y tú te estarás haciendo daño emocionalmente porque te sentirás mal y te arrepentirás por hacerlo, siempre.
Hay otras alternativas que te servirán para dejar de gritar a tus hijos, como las respiraciones profundas y salir del lugar del conflicto para volver con una perspectiva diferente y el estado de ánimo más calmado.
Gritar, no funciona. Solo se consigue que las cosas se salgan de control y que sea más difícil para los hijos que sepan realmente qué es lo que quieres que aprendan. ¿Cómo crees que pueden oírte cuando gritas y pierdes el control? Imposible. Mientras intimidas solo querrán llorar o los sentimientos negativos que les producen tus gritos les impedirán razonar.
Eres tú y el problema, no lo son tus hijos
La típica frase de: 'No eres tú, soy yo', sirve para cada momento en el que estés gritando a tus hijos. Es posible que grites porque no te sientes bien por el motivo que sea, porque estás más estresado/a de lo normal, porque has discutido con tu jefe, con tu pareja, porque tienes problemas financieros que te hacen estar demasiado preocupado/a durante todo el día, porque tus hijos se comportan 'mal', etc.
Es necesario reconocer cuáles son los disparadores personales que te hacen gritar o sentirte mal contigo mismo o misma. Puedes mantener a raya tus gritos cuando descubras qué es lo que realmente te hace sentir mal y te des cuenta de que tus hijos no son el problema. Busca solución a lo que te hace sentir mal, y pronto te sentirás mucho mejor.
Si gritas demasiado, es posible que debas hacer algunos cambios en tu vida
Si te das cuenta de que empiezas a gritar más de lo que hacías antes, es probable que necesites tener en cuenta otros factores en tu vida para cambiar. Quizá debas parar en seco en tu vida, sentarte y reflexionar qué es lo que te está pasando. Tus hijos solo quieren que estés feliz, solo quieren ver tu sonrisa y disfrutar del tiempo contigo. ¿Le das eso cuando estás gritando?
En ocasiones, evitar los gritos te ayudará a conocer mejor a tus hijos, a que sean dulces contigo y que puedas disfrutar de momentos que de otro modo, con gritos incluidos... Nunca podrías disfrutar.
Debes cuidarte a ti primero para dejar de gritar
Si te cuidas y dejas de gritar, te darás cuenta que tus hijos se empezarán a portar bien casi sin que te des cuenta. Es posible que tengas buena fama de cuidar a los demás, pero, ¿te cuidas a ti misma o a ti mismo? Una vez que te des cuenta de los desencadenantes que te hacen gritar más de la cuenta, podrás empezar a cuidarte más.
Por ejemplo, quizá pienses que tienes problemas de peso, que no quedar con tus amigos o que estás siempre agotado/a... Cuando te des cuenta de las cosas que te hacen sentir mal, podrás ponerles remedio, cuidar de ti mismo/a y empezar a sentirte bien. El cuidado de tu persona te ayudará a no gritar, y te hará mucho más feliz porque estarás más relajado/a y lleno/a de amor. Cuando dejes de gritar te sentirás mejor física y emocionalmente, te comunicarás mejor con tus seres queridos y además, podrás manejar situaciones estresantes con éxito.