Los niños son indecisos por naturaleza y es lo más normal del mundo, se debaten entre el 'sí' y el 'no' millones de veces. Los niños menores de 6 años suelen tener problemas cuando deben tomar decisiones simples y las complejas, están fuera de su alcance. Es probable que tus hijos cuando estén desayunando tostadas y te vea con cereales también quiera tomar cereales... y esto no es envidia, es indecisión.
Está desarrollando su identidad
La indecisión es normal para los niños pequeños ya que todavía están desarrollando un sentido de sí mismos e individualidad. Para cuando un niño llega a la edad de dos años, comienza a desear tener el control y, a veces, esta necesidad surge como contrariedad en su interior. Sentirá lo que quiere su padre y luego decidirá no hacerlo o hará lo contrario.
También es demasiado joven para estar seguro de lo que quiere y esto lleva a los "síes" y "nos". Los adultos que no comprenden este tipo de comportamiento a menudo etiquetan erróneamente a los niños como quisquillosos, indisciplinados, que buscan atención o que son indecisos. Lo que la mayoría de los padres ven en su hijo como terquedad se puede entender como determinación, si se lo considera desde la perspectiva del niño.
Necesita llegar a un acuerdo en sus propios deseos
Los niños necesitan entender sus propios deseos y después priorizar lo que realmente quieren. Para conseguirlo, necesitan de tu paciencia y guía, además de tu comprensión. Cuando un niño llega a un acuerdo entre sus deseos y sentimientos, aparece la voluntad de querer hacer algo.
Cómo expresar esta voluntad, es aprender a cómo tomar decisiones. Estas pueden ser pequeñas decisiones sobre cualquier aspecto de la vida cotidiana para nosotros, pero lo suficientemente grandes para los niños pequeños. Dado que la capacidad de tomar una decisión no siempre es inherente, los niños deben aprender a evaluar situaciones y a tomar el control.
Ayúdale en la toma de decisiones
Tener muchas opciones para elegir puede ser abrumador para ellos, lo que lleva a un cierre del proceso de la toma de decisiones. Tienes que ayudar a tu hijo a tener confianza en sí mismo. Para conseguirlo, ayuda a tu hijo a que comience a tomar pequeñas decisiones facilitándole varias opciones para que escoja una. Las opciones no tienen que ser más de tres porque entonces no sabrá cuál decisión tomar adecuadamente. Puedes darle opciones sobre qué ropa ponerse o qué postre quiere tomar... Esto le proporcionará cierto control y aprenderá a tomar decisiones, algo imprescindible para su evolución y su futuro.
Es importante que no le des opciones en cosas que son obligatorias e inevitables.
Por ejemplo, cuando se trata de tomarse la sopa de verduras que tiene en la cena, eso no es opción, es su cena y debe tomarla para tener una buena alimentación.
Los padres siempre tienen la necesidad de escoger por sus hijos en cuanto ven que sus pequeños están indecisos, pero por el bien de los pequeños es necesario que los padres resistan esta tentación. No coloques la ropa que se pondrá por la mañana en la silla del dormitorio y si la pones, ponle dos o tres modelos para que escoja uno de ellos. Sentirá que tiene el control.
A menos que tu hijo tome una decisión que sea destructiva, dale la libertad de experimentar las consecuencias de sus acciones. Por ejemplo, si decide no comer su cena, sufre la consecuencia de no comer su postre y de pasar hambre en la cama.
Aumenta la confianza de tu hijo cuando toma una buena decisión alabando su criterio, pero no le critiques cuando su decisión no sea del todo acertada, y en lugar de criticar, ayúdale a entender qué opción sería mejor y explícale por qué. Si crees que ha tomado una decisión equivocada, no lo regañes. Intenta explicarle por qué la decisión que tomó no funcionará y guíale hacia la correcta.
Ser capaz de tomar una o dos decisiones correctas no hará que el niño tenga más confianza ni lo ayudará a lograr una sensación total de control. Él tiene que practicar esta habilidad en todos los aspectos de su vida, cada día. Elegir quiénes son sus amigos o lo que él come para el desayuno le proporcionará las bases para tomar más decisiones en el futuro. En última instancia, un niño tiene que aprender a confiar en la que cree que es la decisión correcta.