En España, se detectan 1.200 casos nuevos al año de cáncer infantil. El 80% de los niños menores de 14 años consiguen superarlo. Según la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), la quimioterapia es una de las modalidades terapéuticas más empleadas en el tratamiento del cáncer y engloba una gran variedad de fármacos. Su objetivo es reducir la enfermedad, destruyendo aquellas células malignas que componen el tumor. La quimioterapia se administra en forma de ciclos, es decir, se alternan periodos de tratamiento con periodos de descanso para que el cuerpo pueda recuperarse del daño provocado por los medicamentos empleados.
Los fármacos pueden ser introducidos por vía intravenosa, por vía oral, en forma de comprimidos o sobres y por vía intratecal, donde, en este último caso, los medicamentos se inyectan en la parte baja de la espalda mediante la técnica de punción lumbar. Al ser un tratamiento tan potente, aparecen posteriormente una serie de síntomas denominados efectos secundarios. Lo más frecuentes son los siguientes:
Las náuseas y vómitos son los más frecuentes y temidos
Pueden aparecer en pocas horas tras la administración, o pasados unos pocos días. Para evitar la aparición de los vómitos, podéis poner en práctica con vuestros hijos algunas recomendaciones, como: hacer 5-6 comidas al día en pequeñas cantidades, evitar olores desagradables, tomar la comida a temperatura ambiente, comer despacio, evitar comidas ricas en grasas, descansar después de cada comida y no ingerir alimentos 2 horas antes de acudir al hospital para recibir la quimioterapia.
Diarrea
Con el tratamiento, el funcionamiento del intestino de tu hijo podría verse alterado, perdiendo la capacidad para absorber agua y los distintos nutrientes. Por lo tanto, en el momento en el que aparezca la misma, debemos evitar que nuestro hijo pueda ingerir ningún alimento hasta pasadas las 2-3 horas. En ese momento, pueden empezar a tomar líquidos lenta y cuidadosamente, y en el caso de ingerir algún alimento, este debe ser derivado de una dieta blanda.
Alteraciones en la percepción de alimentos
El tratamiento de la quimioterapia puede alterar las papilas gustativas situadas en la lengua y el paladar, provocando una disminución en el sabor de determinadas comidas, o un gusto metálico o amargo de las mismas. Ese síntoma desaparece semanas después de finalizar el tratamiento. Para ello, usar cubiertos de plástico o utilizar especias suaves para preparar la comida hace que se modifique, en menor medida, el sabor de los alimentos.
Alteraciones en la mucosa de la boca
La alteración más frecuente de la mucosa de la boca durante el tratamiento es la mucositis, que consiste en una inflamación de la boca, apareciendo llagas o úlceras dolorosas. Esto ocurre si el niño tiene las defensas más bajas de lo normal, por lo que la boca acaba infectándose con facilidad. La curación suele ser bastante compleja, pues se van produciendo varias infecciones una vez aparece la mucositis. Para evitar que ésta aparezca, debemos hacer que nuestro hijo tenga una adecuada higiene bucal y acudir al dentista antes de realizar el tratamiento.
Durante la quimioterapia, es importante que nuestro hijo utilice un cepillo infantil suave, para evitar lesiones en la encía. Del mismo modo, deben lavarse los dientes después de cada comida y utilizar hilo dental para deshacerse de la comida que el cepillo no ha podido quitar. Si en un momento determinado nuestro hijo tiene mucositis, debemos extremar la limpieza de la boca, haciéndoles un lavado cada 4 horas y realizar enjuagues con bicarbonato. Es recomendable tomar alimentos blandos y fríos o a temperatura ambiente.
Descenso de glóbulos rojos
La función principal de los glóbulos rojos es transportar el oxígeno desde los pulmones al resto del organismo. Cuando en la sangre hay pocos glóbulos rojos, se produce la denominada anemia, lo que significa que los distintos órganos no obtienen el oxígeno suficiente para funcionar correctamente, provocando en la persona cierta debilidad, cansancio, sensación de falta de aire en pequeños esfuerzos, aumentos de la frecuencia cardíaca, mareos y palidez en la piel. Así pues, debemos hacer que nuestro hijo evite hacer esfuerzos, disminuir las actividades que impliquen una intensa actividad física y tener una dieta sana y equilibrada.
Descenso de los leucocitos y plaquetas
Los leucocitos son las células que nos defienden de los microorganismos capaces de provocar una infección, más o menos grave, en el organismo. La quimioterapia disminuye el número de leucocitos, provocando que nuestro hijo esté expuesto a un riesgo más alto de padecer algún tipo de infección, que una persona con buenas defensas. Debemos evitar que nuestro hijo tenga contacto con alguna persona con algún tipo de infección, como la gripe o algún otro virus.
Además, debemos tener precaución a la hora de vacunarlo, pues su administración puede causarle alguna infección seria. Si existe alguna herida abierta, debemos lavarla con agua y jabón y añadir antiséptico, e hidratar muy bien la piel para evitar lesiones en la piel, pues son un punto de entrada de las bacterias. Las plaquetas, por su parte, se encargan de realizar un taponamiento (coágulo) y evitar la hemorragia en caso de herida. Así pues, para evitar la aparición de hemorragias, debemos hacer que nuestro hijo evite actividades donde pueda darse golpes o hacerse algún corte. Incluso el cepillado de dientes ha de ser suave.
Caída del cabello
Este efecto secundario no aparece siempre, pues depende fundamentalmente del tipo de medicamento empleado. La caída de pelo puede producirse tanto en la cabeza como en otras partes del cuerpo, como los brazos, las piernas, las cejas, etc. Debemos hacerle sentir a nuestro hijo que la caída de pelo carece de importancia. Ante esta situación, podemos decirle que el pelo crecerá cuando acabe el tratamiento. Debemos darle apoyo para conseguir que se sienta seguro de sí mismo y la caída de pelo no sea un problema para seguir con la quimioterapia.
Los niños que han superado el cáncer corren el riesgo de contraer efectos secundarios tardíos
Se estima que mientras la mayoría de los niños que han superado el cáncer muestran buena salud, al menos un 40% de los mismos sufre discapacidades significativas que afectan a su calidad de vida. Los efectos secundarios tardíos dependen de la edad del niño, del tipo de cáncer y de los tratamientos que recibió. Algunos de estos efectos son los segundos cánceres, problemas cardíacos (infartos) y pulmonares, problemas de aprendizaje (trastornos cognitivos), problemas de crecimiento y desarrollo (estatura menor), problemas de fertilidad, afectando el desarrollo sexual y la capacidad de tener hijos en un futuro, problemas en los huesos (fragilidad) y lesiones nerviosas duraderas. Es por ello que, actualmente, los niños curados tienen un seguimiento a largo plazo durante toda la vida.