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¡Cuidado! Estas son las consecuencias de los gritos en tus hijos
¡Cuidado! Estas son las consecuencias de los gritos en tus hijos

EDUCACIÓN

¡Cuidado! Estas son las consecuencias de los gritos en tus hijos

Todos los padres han gritado alguna vez a sus propios hijos si han tenido una acalorada discusión con ellos.

Nadie está libre de culpa, todos los padres han gritado alguna vez a sus hijos si han tenido una acalorada discusión. Muchos padres después de gritar a sus hijos recuerdan lo mal que se sentían cuando sus padres les gritaban a ellos y sin poder remediarlo sienten culpa de haber repetido el mismo comportamiento con sus hijos en esos momentos.

Recordando esto, es posible que quieran minimizar cualquier daño potencial a su propio hijo. Gritar a los niños puede causar daños fisiológicos y emocionales con posibles consecuencias a largo plazo... Gritar no educa, solo daña el corazón y rompe el hermoso vínculo emocional que existe entre padres e hijos.

A continuación vamos a comentarte las consecuencias que genera en los hijos cuando se les educa a base de gritos. Es triste comprobar que hay niños que se acostumbran a los gritos de sus padres y que no hacen caso hasta que los adultos estallan en cólera... Sé consciente del daño que le haces a tus hijos al gritarles para dejar de hacerlo cuanto antes.

Gritar a los niños puede causar daños fisiológicos y emocionalesGritar a los niños puede causar daños fisiológicos y emocionales

Daño cerebral

Cuando los padres gritan a sus hijos, esto hace que los cerebros de sus hijos se conecten de manera diferente a los de los niños en familias saludables. Cuando los padres gritan o menosprecian a sus hijos, esto puede alterar la estructura del cerebro de manera similar a los daños que tienen los niños que sufrieron abuso físico o sexual. Además, en niños maltratados, la colección de células nerviosas que conectan los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro es más pequeña. En niños maltratados, esto afecta negativamente las áreas del cerebro relacionadas con la emoción y la atención.

Miedo y desconfianza

Los niños a los que se les grita generalmente tienen miedo de sus padres.  Esto crea desconfianza y una respuesta de lucha o huida en el niño. En lugar de que el niño quiera cooperar para complacer a los padres, es posible que el niño no obedezca por miedo. Algunos niños resistirán estos gritos y pueden cerrarse emocionalmente. Como resultado, el padre puede enfadarse aún más. El padre puede gritar más y puede recurrir al castigo físico u otras formas para establecer las consecuencias del comportamiento que considera inadecuado.

Desconectado emocionalmente

Después de un tiempo, los gritos dejan de sentirse. Los niños cuyos padres les gritan regularmente aprenden a desconectarse de estos gritos y a comenzar a buscar apoyo en otras personas, a menudo, de sus compañeros. Esto puede dar lugar a influencias negativas en lugar de una relación saludable entre el padre y el niño que lo apoya a medida que crece. El niño siente que necesita defenderse, y una forma de hacerlo es cuando busca la validación fuera de la familia. Esto puede generar grandes problemas en los niños e incluso, para poder sentirse aceptado por otros, pueden optar por tener conductas peligrosas.

Hay algunos pasos de acción que un padre puede tomar para dejar de gritarHay algunos pasos de acción que un padre puede tomar para dejar de gritar

Alternativas a los gritos

Existen formas concretas específicas para que los padres aprendan a dejar de gritarles a sus hijos. Establecer límites antes de enfadarse puede ayudar a prevenir cierta frustración. Por ejemplo, si tu hijo está escuchando la música demasiado fuerte, pídele que lo apague o que baje el volumen de inmediato, en lugar de esperar hasta que te sientas demasiado enfadado.

Hay algunos pasos de acción que un padre puede tomar para dejar de gritar. Haz una lista de las formas en que puedes manejar la ira de manera responsable, y sigue estos pasos. Si te sientes inclinado a gritar, y luego detente para notar cómo te sientes. Respira profundamente algunas veces. Recuerda que esta situación no es una emergencia. Baja la voz y pregúntale a tu hijo qué quiere. Escucha en silencio lo que está diciendo. Luego, tómate unos minutos para reflexionar por ti mismo antes de disciplinar a tu hijo.

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