Ya en la antigüedad la gente mostró en un principio su desacuerdo ante la vacunación. Existieron los denominados "antivacunas" que temían las consecuencias que pudieran ocasionar. Hoy en día sigue existiendo gente que muestra su repulsa y rechaza la evidencia científica. Descubramos más acerca del tema.
El comienzo de la vacunación
Fue en el siglo XIX cuando gracias a E. Jenner comenzó la vacunación. Por supuesto no estuvo exento de críticas. Pese a éxitos que se lograron gracias a las vacunas no hubo un consenso social que apoyase esta práctica. En países menos desarrollados cierto grupo de la población descarta su efecto sanador y apuesta por otro tipo de intereses y mitos.
Que exista miedo a vacunarse en el siglo XXI no tiene base en la cual sustentarse. Pese a que hay evidencia científica ante su seguridad y porcentaje de éxitos, los antivacunas siguen aferrándose a la idea de la ineficacia y fraude. El movimiento antivacunas comenzó a extenderse hace aproximadamente 10 años. En ese tiempo se publicó un controvertido artículo. En ese artículo se relacionaba la vacuna del sarampión con el autismo. Tras ese artículo hubo determinados estudios que refutaban la información vertida.
Aun así los antivacunas, lejos de comprender, o al menos intentarlo, los puntos positivos que ofrece la vacunación, siguen rechazando la evidencia científica. Es la clase acomodada de Occidente quien empieza a sospechar y mostrar su desapruebo. Algunos de los aspectos que hacen dudar de sus beneficios se refieren a :
- Su composición de sustancias peligrosas : Las vacunas contienen sales de aluminio, también así otros alimentos, bebidas, incluso cuando respiramos lo absorbemos. La influenza tiene trazas de mercurio, también una lata de atún. Ante el mercurio no existe ese pánico social .
- Demasiada cantidad de vacunas para los niños : Desde bebés se vacuna a los niños como prevención. El sistema inmunitario del niño puede soportar ambientes cargados de bacterias y gérmenes, por lo tanto también con el contenido de las vacunas, menos adversas .
- Las vacunas aumentan las alergias y enfermedades autoinmunes : No hay estudios que demuestren esta afirmación. Por lo general esto se debe a que estamos más expuestos a ambientes contaminados, donde proliferan las bacterias
El miedo y la necesidad de información de los padres
El uso de vacunas logra que las enfermedades disminuyan y exista protección y control entre la población. Pero tanto los que niegan a aceptar datos verídicos, los que creen en conspiraciones, los que carecen de información, los que suponen..., hay otros que han visto algún afectado por las vacunas y son contrarios a su uso. Los médicos deben hacer su papel y quizás pueden ejercer algún tipo de influencia con sus datos. Los padres de niños pueden tener todo sobre la mesa para valorar, y ante el miedo a perder a un hijo cuando probablemente contraiga alguna enfermedad infecciosa.
Por supuesto que los padres están en su derecho a dudar, temer, mostrar inseguridad, informarse y preguntar sobre el tema de las vacunas. Los padres quieren dar lo mejor a sus niños, pero lo innegable es así y la evidencia científica existe. Los antivacunas pueden exponer sus ideas, sin embargo no hay fundamento ni lógica. Que las vacunas son un enorme avance es una obviedad y eso lo clarifica la Organización Mundial para la Salud, OMS.
En España hay vacunas obligatorias y otras que no lo son. Los padres pueden rechazar vacunar a sus hijos por diferentes motivos, entre ellos sus creencias y su ignorancia. Con esta actitud sus hijos pueden morir. Estos padres no tienen la suficiente ni la adecuada información. Arriesgan la salud y la vida de sus hijos y las de otros. Con las vacunas se evitan millones de muertes. Recordar la historia hace entender cómo ha cambiado el mundo y cómo era cuando no existían, ni los antibióticos.
El cometido de los antivacunas
La labor de los antivacunas es extender el miedo, sembrar la duda y falsear la información. Es habitual oír hablar de conspiración y trato de favor entre médicos y cadenas farmacéuticas, incluso con entes políticos. Sin embargo las teorías que exponen se desmontan poco a poco. También sobrevuela la idea de que son los antivacunas quienes ganarían dinero por engañar a la ciudadanía.
La gente puede decidir vacunar o no, pero esto tiene un doble sentido. Si son pocas las personas vacunadas, no hay inmunización y otros están expuestos. En algunos países desarrollados son más severos ante esta problemática. No se obliga a vacunar, pero sí se omiten ayudas sociales o se prohíbe la escolarización de niños cuyas familias son contrarias a esta práctica. En los países subdesarrollados imploran poder alcanzar a algunas unidades para personas enfermas, sobre todo niños.
Afortunadamente no son muchos quienes niegan los beneficios de las vacunas y solamente acusan a un infundado peligro social. En España las tasas de vacunación son altas. El papel de la ignorancia y el desconocimiento juegan una importante parte. La solución es informarse con los profesionales médicos. Ellos pueden desmontar cada una de las afirmaciones de los antivacunas y basarse en datos cuantificables y reales.