Como todos sabemos el sarampión es una enfermedad infantil que se produce por una infección vírica. Normalmente aparece en niños no vacunados pero cualquier adulto no vacunado no está exento de padecerla. Es una enfermedad altamente contagiosa y el contagio se produce a través de la inhalación del virus de un portador, por ejemplo por la segregación al ambiente de partículas de un portador del virus al estornudar. Otro niño podría entrar en contacto con ellas mediante la respiración o tocándolas y después tocarse inconscientemente los ojos, nariz, boca u oídos. Los niños que lo padecen pueden contagiarlo desde cuatro-cinco días antes del primer brote de sarpullidos hasta cuatro días después, aunque dependerá de las propias defensas del niño, si las tiene bajas será aun contagioso por más tiempo. Es más común padecerla entre el primer y cuarto año de vida.
Fiebre, conjuntivitis, mocos y tos son síntomas comunes
Principales signos y síntomas
Los síntomas comienzan entre una y dos semanas después de que el niño se haya contagiado, por ejemplo por contacto con otro compañero en la escuela. Al principio de la enfermedad infantil los niños comienzan teniendo fiebre durante un par de días a lo sumo. Viene acompañada de conjuntivitis (ojos enrojecidos y lagrimosos), mucosa en la nariz y tos. También es común en esta etapa la aparición de pequeñas manchas blancas en el interior de la boca.
Más adelante comienzo los primeros sarpullidos, comúnmente en la cara y en el cuello. Poco a poco va extendiéndose a las otras partes del cuerpo: al tronco, espalda, a los brazos, manos, a las piernas,... Incluso a los pies. De arriba a abajo. Finalmente, pasada una semana el sarpullido poco a poco empieza a desaparecer en el mismo orden de llegada.
Los niños con más posibilidades de padecer el sarampión son aquellos que lógicamente no han sido vacunados o viajan a otros países (sin la vacuna) o los que tienen deficiencia de vitamina A.
El tratamiento del sarampión
El sarampión es una enfermedad infantil que, al contrario que muchas otras, no tiene un tratamiento específico.
Antes que nada, lleva a tu hijo tras la mínima sospecha de que tiene sarampión, el médico de cabecera le hará una rápida exploración y lo determinará en un momento, con el fin de evitar una complicación y el contagio a otras personas. Al tratarse de un virus no hay nada específico que podamos hacer para que se cure, solo podemos ayudar a los niños aliviando los síntomas y esperando a que el sistema inmunitario del pequeño ataque a los agentes instrusos.
- Hidratación constante. Tenemos que asegurarnos de que el niño está bien hidratado porque para combatir las altas fiebres el niño va a necesitar un mucha agua. Ofrécele además zumos, porque es ahora cuanto más necesita un aporte extra de vitaminas y minerales para asegurarnos de que tiene una buena defensa y que se recuperará rápidamente.
- Aísla al pequeño en una habitación cómoda y cálida, libre de corrientes, con el fin de que el sarampión no empeore y desemboque en otra enfermedad respiratoria, por ejemplo en una neumonía. A poder ser tiene que estar libre de ruidos para que pueda dormir adecuadamente y facilitar la recuperación.
- Darle medicamentos para aliviar los síntomas : la fiebre, tos y rinitis. Con el fin de bajar la fiebre el ibuprofeno y paracetamol son adecuados, sin embargo, hay que priorizar la preinscripción médica y ceñirse a lo que nos dice él.
- En el caso de que el cuadro se complique y derive a una infección el médico también puede recetar antibióticos, pero nunca se deben dar a no ser que os lo diga.
- Mantén la habitación a oscuras. Al tener conjuntivitis los ojos se vuelven muy sensibles y la claridad puede dañarlos, es mejor que esté unos días recibiendo poca luz.
Posibles complicaciones del sarampión
El mayor peligro que tiene esta enfermedad infantil es su complicación. Desgraciadamente, en algunos casos en los que el niño tiene bajas las defensas, o por los motivos que sea el cuadro empeora, puede desembocar a otras enfermedades más graves como una pulmonía, una otitis o incluso una encefalitis, que es una inflamación en una región del cerebro y que requiere antibióticos y seguramente hospitalización.
Ante cualquier sospecha de que tu hijo pueda haber empeorado es necesario que lo lleves de inmediato al médico. Tienes que tener especial cuidado si a tu hijo no le disminuye la fiebre pasados 4 o 5 días después de aparecer el primer sarpullido, si se queja de aparición repentina de dolor de oídos o si su tos se agrava.
De todos modos, es mejor prevenir que curar. Por eso, siempre es recomendable vacunar al niño en cuanto haya cumplido el mínimo de edad, en este caso es de al menos 12 meses. En España desde hace un tiempo han aparecido grupos antivacunación que no están a favor de las vacunas en los más pequeños por sus posibles efectos secundarios. Desde Bekia queremos aclarar que aunque si puede haber reacciones ante las vacunas, es más seguro someterse a ellas para evitar contagios futuros. La vacuna MMR es efectiva no solo para el sarampión, si no también para la rubeola y las paperas.
En el caso de la MMV, a partir de la 11 semanas los pequeños pueden presentar algún síntoma leve del sarampión como algo de fiebre, algún que otro sarpullido o pérdida de apetito, pero dura como mucho dos o tres días y no deja secuelas, por lo que merece la pena someterse a ella.