Ser padre o madre de un adolescente nunca es algo fácil, porque la adolescencia, en sí misma, es una etapa muy complicada. La adolescencia es una etapa de cambios, de transiciones, en las que una persona ya ha dejado de ser un niño, pero aún no ha pasado a ser un adulto. Es un término medio difícil de entender, unos años durante los cuales la persona debe formar al completo su identidad, su personalidad. Ser adolescente no es sencillo, y es por eso que tampoco lo es ser progenitor de un adolescente.
Hay muchos temas con los que lidiar con un adolescente : primeras salidas con amigos, primeros viajes, piden más independencia, tienen que aprender a compaginar sus estudios y su vida social, sus hormonas comienzan a revolucionarse... ¡Son tantos frentes abiertos que es difícil terminar de decidirse por uno! Hoy vamos a hablar de uno de los que más suele preocupar a los padres, y es el tema del alcohol durante la adolescencia.
Si bien se supone que el consumo de alcohol no debería empezar hasta los dieciocho años, los adolescentes son muy proclives a comenzar a probarlo cuando tienen entre catorce y quince años. Es ilegal, es algo que podría acarrearles problemas con la Policía, pero aún así lo hacen; y es que la rebeldía propia de la adolescencia les empuja a creer que el alcohol no puede darles ningún tipo de inconveniente a largo plazo. Y si es cierto que en la mayoría de los casos suele ser así, hay quien no tiene tanta suerte. Es normal que, siendo padre, exista esta preocupación al ver que un adolescente consuma alcohol. El miedo puede acabar llevándote a pensar que del alcohol pasará a consumir otras drogas, y que eso no hará más que empujarle a una vorágine de adicciones. Pero no te preocupes en exceso: casi todos los adolescentes prueban el alcohol, y eso no implica que vayan a probar drogas más duras.
Habla con tu hijo con toda la tranquilidad del mundo
Si un día tu hijo llega borracho a casa, o si descubres que ha bebido, lo primero que debes hacer es relajarte. Nada de hablar con un adolescente en caliente, nada de dar voces o decir cosas de las que posteriormente puedas arrepentirte, porque acabará echándote todo esto en cara cuando tenga la más mínima oportunidad. Además, no servirá de nada: lo único que habrás conseguido es que ambos os exaltéis, y no lleguéis a ninguna conclusión.
Espera al día siguiente, aunque siempre dejándole claro que la situación es grave, y que tendrá su correspondiente castigo. Y, cuando te encuentres más tranquilo, explícale perfectamente por qué el consumo de alcohol podría acabar perjudicándole. Haz hincapié en que, con su edad, aún no puede consumir este tipo de sustancias; que no es una ley que tú impongas en tu casa, sino algo que viene regido por el Estado. Y enséñale, además, las consecuencias que sus actos podrían llegar a tener a largo plazo.
No exageres el asunto. No es lo mismo que le hayas pillado bebiendo una vez a que descubras que lo hace absolutamente todos los fines de semana, porque la gravedad no es la misma. Al igual que tampoco es lo mismo que le veas tomando una copa a que veas cómo prácticamente ha perdido la consciencia. Todo esto dependerá mucho de hasta qué punto consideres tú apropiado ceder o no, o creas que puedes permitir que consuma alcohol. Aunque, recuerda: es ilegal por un motivo.
Hazle saber cómo el alcohol podría perjudicar su salud
No te quedes solo en los motivos legislativos, ve un paso más allá y explícale hasta qué punto su salud podría verse resentida por el consumo de alcohol. De nuevo, no exageres; si, por ejemplo, le dices que tomar una cerveza podría provocarle una adicción, seguramente se ría de ti. Porque él sabrá a la perfección que una cerveza, un día determinado, no tiene nada de malo. Mas explícale que si usa el alcohol para huir de sus problemas, o que si no concibe la fiesta y la diversión más allá de esta sustancia, eso sí que podría ser grave. Podría implicar que necesitara beber siempre, que esto acabara convirtiéndose en una costumbre... Y la diferencia entre una costumbre y una adicción es muy leve. Demasiado.
Es normal que te preocupes, que prefieras que no beba absolutamente nada jamás, pero recuerda que tú también fuiste un adolescente y también hiciste esas cosas. La adolescencia trae consigo la rebeldía, la búsqueda de la ruptura con las normas y con todo aquello que podría considerarse adulto. Solo es cuestión de tratar de encontrar el equilibrio.