Hasta hace cuarenta años, no sabíamos lo que era el espectro alcohólico fetal. Sí se sabía que consumir alcohol durante el embarazo podría acarrear consecuencias negativas para el feto, pero no hasta el punto en el que lo sabemos a día de hoy. Y es que consumir alcohol durante el embarazo puede provocar tantos problemas al futuro bebé que es casi impensable para la gran mayoría de las madres.
Que una mujer consuma alcohol durante su embarazo puede acabar provocando que ese bebé acabe teniendo una gran cantidad de alteraciones (algunas mayores y otras menores) que se pueden ver reflejadas tanto a nivel físico como de comportamiento. A nivel de comportamiento, por ejemplo, el bebé podrá tener a lo largo de toda su vida problemas de aprendizaje, de memoria, de comprensión, de comunicación... Puede que no sea capaz de autogestionar sus propias emociones, por ejemplo, y que incluso el hecho de realizar acciones cotidianas como son comer o vestirse, le supongan un gran esfuerzo. Todas estos trastornos se engloban dentro de lo que se conoce como el espectro alcohólico fetal.
Y es que este espectro engloba una gran cantidad de enfermedades diferentes, siendo la más grave la conocida como el síndrome alcohólico fetal. Si una persona padece esta síndrome, se notará a simple vista puesto que tendrá una anormalidad facial (sus ojos serán más estrechos de lo habitual y estarán muy separados). Además, tendrá problemas graves de crecimiento, y su sistema nervioso no funcionará correctamente.
Más sobre el espectro alcohólico fetal
Lo primero que debemos saber sobre los trastornos del espectro alcohólico fetal es que solo se producen cuando la madre consume bebidas alcohólicas durante el embarazo. Esto se debe a que el alcohol pasa a la placenta y, de esta forma, a la sangre del bebé; el alcohol tiene etanol, que hace que tanto el cerebro como el resto de órganos del feto puedan verse dañados. El bebé podría presentar en el momento de su nacimiento problemas en los huesos, en el corazón o en el riñón, así como pérdidas de visión y de audición.
Además, los trastornos del espectro alcohólico fetal son muy complicados de diagnosticar. No hay forma de, mediante una prueba, detectar que los problemas del bebé se deban a esto; las manifestaciones físicas son más claras, pero no siempre se dan. Sí que se puede ir viendo con el paso del tiempo si el niño tiene problemas de comportamiento, si le cuesta concentrarse, si no es capaz de rendir en la escuela. Todo esto podría apuntar a estar ante una enfermedad relacionada con el espectro alcohólico fetal, siempre y cuando la madre confirme que bebió durante el embarazo.
Los síntomas físicos que pueden verse a primera vista es una estatura baja, al igual que un peso reducido, una cabeza más pequeña de lo habitual, ojos pequeños y separados, y un labio superior caído. Una vez que el bebé vaya creciendo, se podrán detectar problemas de visión o de vista, así como una coordinación muy baja, una inteligencia mediocre y, probablemente, problemas de comportamiento.
Se puede evitar: no consumas alcohol durante el embarazo
La única forma real de evitar estas enfermedades es que la madre no consuma nada de alcohol durante el embarazo. De esta forma, se descartará automáticamente cualquier posibilidad de que el bebé padezca espectro alcohólico fetal, con toda la problemática que esto implica después. Y es que una vez que el feto enferme, no habrá cura posible. El trastorno del espectro alcohólico fetal es de por vida, y no tiene ningún tipo de cura. Sí que puede tratarse con medicamentos, pero estos lo que harán será ir paliando los síntomas. También será necesaria una terapia de conducta, dirigida por un profesional, puesto que hemos de recordar que muchos de los trastornos derivados del espectro alcohólico fetal son comportamentales.