Educar a un niño puede ser algo muy complicado. Porque no solo implica darle unos conocimientos específicos sobre ciertas materias, sino que hay cosas mucho más importantes y, sobre todo, más difíciles de conseguir. Hay que conseguir que los niños se conviertan en adultos completamente independientes, capaces de relacionarse con su entorno de la forma más apropiada; solo así conseguiremos que sean capaces de comunicarse, de relacionarse, de cooperar con sus compañeros. No solo esto, sino que además es fundamental que desarrollen todas estas habilidades sociales si realmente quieren conseguir un éxito académico.
Por suerte, las habilidades sociales se pueden trabajar, y se pueden enseñar en casa desde que son muy pequeños. Lo único que hay que hacer es tener siempre en cuenta que estas habilidades son la llave que abrirá todas las puertas de su camino, y comprender que pueden sacar sobresalientes mas, sin estas habilidades, les será imposible sacarles un partido real a esas calificaciones. Todos estos procesos que se utilizan para conseguir desarrollar este tipo de habilidades se suelen conocer, comúnmente, como 'sociabilidad', y de ellos dependerá la calidad de vida de los que ahora no son más que niños. Si no consigue desarrollar unas habilidades sociales correctas, acabará teniendo ciertas carencias que podrían complicar su vida en un futuro.
Desarrollar las habilidades sociales no es tan difícil como podáis estar imaginando ahora mismo. Pero para facilitaros la labor, vamos a daros unas cuantas claves para que podáis potenciar las habilidades de vuestros hijos desde casa y sin ningún tipo de problema. ¡Vamos a ello!
Los niños aprenden muy rápido
El primer paso para conseguir que un niño comience a desarrollar sus habilidades sociales es señalarle abiertamente por qué este tipo de comportamientos son importantes para él; en qué medida el tener estas habilidades y el potenciarlas podría acabar ayudándole en un futuro no muy lejano. Por ejemplo, debe saber que el practicar la escucha activa (respetar los tiempos a la hora de comunicarse) conseguirá evitar problemas relacionados con los malentendidos o los sobreentendidos. Además, deben comprender que si les gusta sentirse escuchados también tienen que saber escuchar al resto.
Cuando el niño realmente comprenda hasta qué punto es beneficioso para él el manejar bien estas habilidades sociales, será mucho más rápido el poder enseñárselas. Eso sí: es importante centrarse en habilidades sociales específicas, e ir de una en una. La mejor forma de hacerlo es enseñarle una cada semana, o cada dos semanas, dependiendo de la capacidad del pequeño en cuestión, e ir anotándolas en alguna especie de almanaque que pueda estar siempre a la vista. Además, así se puede ir viendo cómo ha ido evolucionando en cada habilidad social, y si ha continuado progresando.
Aunque pueda parecer una obviedad, hay algo que no se debe olvidar: de nada sirve decirle a un niño que debe ser educado, si no se le explica exactamente en qué consiste eso. La educación no es solo saludar cuando se ve a alguien conocido, sino que implica muchos matices más que puede que el niño no termine de comprender al principio. Hay que ir poco a poco, ir explicándole incluso las cosas más obvias; son obvias para aquellos que ya han sabido sociabilizar de la forma correcta, pero no para los que acaban de introducirse en la sociedad.
Los refuerzos positivos son muy importantes
Para que un niño adquiera al completo sus habilidades sociales, es también importante que tengan una imagen positiva de sí mismos, y que sepan apreciarse y valorarse por lo que realmente son. Solo comprendiendo que tienen una identidad individual que los demás deben respetar, serán capaces de asumir que también el resto de personas la tiene. Es por eso vital trabajar su autoestima, enseñarle que de poco o nada sirven los complejos y que pueden llegar muy lejos si tienen siempre en cuenta que su trabajo merece un reconocimiento.
Por último, es mejor que todo este tipo de enseñanzas y aprendizajes se den mediante refuerzos positivos. De poco o nada sirve castigar a un niño por no ser educado (que no es lo mismo que ser maleducado), es incluso contraproducente. Es más útil premiarle cuando realmente sea educado, porque solo así querrá seguir potenciando esos comportamientos.
Las habilidades sociales son como cualquier tipo de habilidad, solo que, en este caso, los seres humanos dependemos de ellas para relacionarnos de forma adecuada con los demás. Es por eso que hacer que los más pequeños las desarrollen debería ser uno de los objetivos básicos de la enseñanza.