" Mamá, me duele la barriga ". " Papá, me molesta la garganta ". De esta forma, los niños suelen avisarnos de que se encuentran enfermos y no tienen fuerza suficiente como para ir al colegio. Cuando un niño está enfermo, lo mejor que se puede hacer es llevarlo al médico y dejarle descansar en casa los días que el especialista diga. No solo por la enfermedad del pequeño en sí, sino también porque en el colegio puede acabar contagiando a sus compañeros, y es algo que se debe evitar siempre que se pueda.
No obstante, ¿qué pasa si tu hijo te dice que se encuentra enfermo, y el médico te dice que no le sucede absolutamente nada? Ninguna señal de infección en su garganta, nada que sugiera que realmente pueda estar enfermo. Pero tu hijo insiste e insiste. ¿Qué puede pasar? Puedes encontrarte ante dos situaciones distintas: o bien tu hijo realmente está enfermo, o lo que hace es fingir para no ir al colegio. Será relativamente fácil saber a cuál de las dos circunstancias te enfrentas si pones a tu hijo en un compromiso. Por ejemplo, proponle planes que le puedan parecer irresistibles pero que su supuesta enfermedad le impida realizar (como ir al parque de atracciones, o a su jardín favorito, o a la piscina), y espera a ver cómo reacciona. Si su primer impulso es mostrarse repentinamente animado, puede que no esté haciendo otra cosa más que fingir que se encuentra mal para no ir al colegio.
Si esto sucede, si te das cuenta de que tu hijo te está mintiendo, no entres en cólera. Puede no querer ir al colegio por muchos motivos distintos; si todavía es pequeño, recuerda que puede que le cueste explicarte cuál es el problema, o que crea que no vas a confiar en él. Si es mayor, intenta preguntarle directamente que a qué viene fingir, y trata de que te cuente el problema sin más intermediarios. Pero a veces puede ser más complicado de lo que parece a simple vista.
Motivos por los que un niño podría fingir
Que un niño no quiera ir al colegio es, hasta cierto punto, comprensible. Puede que no le guste madrugar, o que no le guste tener que trabajar en clase. Esto no es ningún problema, lo único que hay que hacer es explicarle de la mejor forma posible todos los beneficios que el colegio tendrá a la larga en su educación. Si le imponemos el colegio como una obligación, los niños acabarán rechazándolo por completo; y sí, es una obligación, pero también puede resultarles muy grato ir si les explicamos lo positivo de aprender lo máximo posible. Si ven que el colegio realmente les aporta mucho más de lo que les quita, comprenderán que es vital que acudan.
No obstante, a veces en el colegio los niños se enfrentan a problemas mucho más graves que el tener que estudiar ciertas horas seguidas. Y si tu hijo comienza a fingir una enfermedad para no acudir a clase, puede que estés ante uno de esos problemas. En ese caso, es fundamental que comprendas que reñirle y castigarle no servirá de nada; lo que tienes que averiguar es por qué finge, por qué no te cuenta qué es lo que le pasa, qué está ocultando. ¿Cuál es el problema real?
Puede que esté sufriendo algún tipo de acoso por parte de sus compañeros de clase, o de otros compañeros. Quizás le están molestando por cualquier motivo, y eso haya llegado hasta tal punto que haya hecho imposible que el niño continúe yendo a clase con normalidad. El acoso escolar puede acabar provocando ansiedad, depresión, y una gran cantidad de trastornos mentales derivados del trauma que el acoso supone. A veces, los niños tienen tanto miedo que no saben cómo afrontar la situación y no encuentran otra alternativa que la de fingir que se encuentran mal para que así sus padres les dejen quedarse en casa. Si ese es el caso, debes acudir rápidamente a hablar con el tutor o la tutora, con la directiva del colegio y con los padres del resto de alumnos. Incluso deberías plantearte seriamente el interponer una denuncia; aunque parezcan medidas drásticas, es lo mejor que puedes hacer por tu hijo.
No tiene por qué ser acoso por parte de los compañeros. Puede que tu hijo no se encuentre a gusto con algún profesor, y que eso le provoque un intenso malestar. En ese caso, lo que debes hacer es acudir a hablar con ese profesor en particular, y ver cómo gestionar el tema. El profesor es el adulto, el profesional, y debe ser él el que tome todas las decisiones pertinentes, buscando siempre el bien de tu hijo.
En última instancia, puede que tu hijo sienta que no está cumpliendo con las expectativas de los profesores, o con las tuyas propias. Tal vez tiene algún problema escolar que no le permite rendir al cien por cien, y eso le empuja a querer abandonar la educación antes de tiempo. Si este es el caso, llévale a pedagogos, oculistas y todo tipo de especialistas para que evalúen sus habilidades; quizás no vea bien, y por eso se vea incapaz de rendir. Aunque parezca una tontería, el no ver bien puede acabar provocando problemas de concentración, y eso acaba llevando al fracaso escolar.
Descubrir el origen
Hay muchas posibilidades por las que un niño podría fingir estar enfermo para no tener que acudir al colegio, pero lo importante es que sepas averiguar cuál es el problema, detectarlo y subsanarlo. Para eso necesitarás altas dosis de paciencia, mucha mano y saber que la culpa no tiene por qué ser siempre de tu hijo. Puede que esta sea solo una forma de somatizar un problema que tiene y al que no sabe cómo hacer frente. En lugar de enfrentarte a él, prueba a tratarle con cariño, a averiguar cuáles son las causas y a explicarle cómo se puede solucionar sin tener que abandonar el colegio. Haz hincapié en todo lo que podéis hacer, como acudir a un profesional si es que tiene algún problema de atención, o cambiarle de colegio si no se siente a gusto en ese. No es el fin del mundo, pero hay que saber cómo actuar para que todo pueda continuar con normalidad. Recuerda: paciencia.