Lo fácilmente que se acostumbran los niños pequeños a utilizar las nuevas tecnologías es algo pasmoso a la vez que beneficioso. Tienen una capacidad de asimilación mucho mayor que la de sus padres y esto les permite aprovechar mejor los recursos que tienen a su alcance. Sin embargo no siempre es tan beneficioso. Del mismo modo que las mejoras tecnológicas les permiten hacer cosas maravillosas también sirven para acercarles a otras que no lo son tanto y les pueden traer problemas.
Los ordenadores, los teléfonos móviles y las tabletas forman parte de ese universo tecnológico que los niños conocen tan bien desde muy pequeños y que pueden ser muy eficaces, pero también una fuente de preocupaciones para sus padres.
En el artículo de hoy de Bekia vamos a hablar concretamente del teléfono móvil, ese instrumento que nos permite ponernos en contacto en cualquier momento con nuestro hijo, pero que también puede servirnos para descubrir cosas que desconocíamos sobre lo que hace. ¿Debemos ejercer cierto control sobre su móvil? ¿Consiste esto en una violación de su intimidad ?
Son preguntas que como padres a buen seguro os habéis más de una vez. Y No hay una respuesta única para todos los casos. Depende del hijo, de su edad, de qué os lleve a pensar que debierais ejercer ese control...
Cuando entregar un móvil a tu hijo
Del mismo modo no se puede dar una respuesta universal a la pregunta de cuándo debemos darle a nuestro hijo su primer móvil. Depende de numerosas circunstancias, no únicamente de la edad. Aunque de manera general podemos decir que ese momento llega cuando el hijo pasa del colegio al instituto, coincidiendo con la entrada en la adolescencia.
Es entonces cuando unos y otros les piden a sus padres un móvil para estar conectados con ellos, pero sobre todo con sus amigos. Y a fuerza de que todo su grupo tiene teléfono los padres más reticentes acaban sucumbiendo para evitar una posible marginación. El 70% de los niños españoles con 12 años tienen móvil, por si sirve de algo tirar de estadísticas para aclarar cómo actuar.
Primero contacto con su propio móvil
A buen seguro que una vez que hemos dado el paso de regalarle el teléfono a nuestro hijo no habrá que ayudarle para que se familiarice con él. A estas alturas sabrá usar el de sus padres mejor que ellos mismos y en poco tiempo se convertirá en el referente tecnológico de la familia.
En ese caso, ¿qué es lo que puede preocupar a sus padres? ¿ en qué consiste el control ? Básicamente en que el niño no haga un uso inadecuado del teléfono. Esto es decir que no lo utilice para hacer daño a otra gente, hacer el mal o incluso excederse con el gasto.
El contacto con el primer móvil puede empezar poco a poco, permitiéndole usarlo en determinados momentos del día o delante vuestro. De este modo se garantiza que no le distraerá de otras tareas cotidianas y que no hará nada con lo que sepa que no estáis de acuerdo.
Control económico
La cuestión de la factura del móvil es algo que puede preocupar a los padres en un primer momento, de ahí que ejerzan un control fiscalizador. Hoy en día la mayoría de las compañías cuentan con tarifas planas e incluso se puede limitar el gasto mediante un sistema de alarmas, pero aún así puede haber ciertos excesos derivados de la tarifa de datos o la descarga abusiva de aplicaciones.
En el caso de encontrarnos en esa situación hay que ejercer un control sobre el uso que hace el niño del móvil. Al ser un menor el teléfono ha de estar a nombre de los padres, por lo que toda la información relativa al mismo será gestionada por vosotros.
Si tenéis indicios de que vuestro hijo podría estar haciendo un uso abusivo del móvil no dudéis en contactar con la compañía telefónica. También puede ser que fruto de su inocencia haya caído en una red de estabas telefónicas con constantes cobros que abultan la factura de cada mes.
Cuándo controlar el móvil de mi hijo
Normalmente se entrega el móvil a un hijo cuando se considera que es una persona suficientemente responsable y no creemos pueda estar haciendo algo que no debería. La adolescencia es una época en que los jóvenes se vuelven celosos de su privacidad, por lo que ejercer un férreo control sobre con quién habla y a qué horas puede derivar en más de una bronca innecesaria. Esa información podéis conseguirla de la empresa telefónica si realmente os preocupa.
Sin embargo puede que haya conductas que os hagan sospechar de que vuestro hijo no es tan responsable como habíais pensado. Es el caso de que no se desprenda del móvil ni para ir al baño cuando antes sí lo hacía, que reciba constantes llamadas que no conteste delante vuestra, que cambie las claves de acceso que vosotros conocíais,..
Estas actuaciones son motivo suficiente para hacer saltar las alarmas de los padres, pero no siempre tiene que significar que sea por algo malo. Los comportamientos vistos anteriormente pueden responder al hecho de que tiene un novio o novia y como celoso que es de su privacidad no quiere que os enteréis.
Pero detrás de eso puede haber otras cosas que realmente son preocupantes : relación con otras compañías que saben que son inadecuadas y por eso lo mantiene en secreto o casos de ciberbullyng, en los que nuestro hijo puede ser tanto la víctima que sufre en silencio como el agresor. En ese caso qué impera ¿su privacidad o el actuar por si algo va mal?
No cabe duda que ante la preocupación de que algo vaya mal un padre siempre primará saber qué le ocurre a su hijo por encima de la privacidad. Si tenemos sospechas de que algo así pudiera pasar lo primero es hablar con él y tratar de averiguar si nuestras preocupaciones están basadas en algo real.
En caso de que tras una conversación no hayamos salido de dudas o la preocupación vaya a más no cabe duda que un padre utilizará todos los recursos que tiene a su mano para descubrir qué ocurre, aunque esto suponga violar la privacidad de su hijo y espiarle el móvil o el ordenador.
De encontrar algo que sea preocupante puede atajarse de raíz, si aún hay tiempo. Peor sería dejar pasar las cosas y que se convirtiera en una bola que fuera creciendo.
Obsesión por el control
Sin embargo tampoco hay que obsesionarse por controlar todo lo que hace nuestro hijo. Es normal cotillear los mensajes de su móvil o sus mails si estamos preocupados, pero una vez que vemos que nuestros miedos están infundados o una vez que se han superado los problemas que pudiera haber lo correcto es devolverle esa privacidad que le hemos arrebatado.
Si nuestro hijo es capaz de ganarse nuestra confianza nosotros debemos ser capaces de darle también cierta anchura para que pueda probar que ha cambiado y que es lo suficientemente responsable como para saber lo que hace. En ese caso no es necesario mantener un control excesivo sobre él ni sobre su móvil. Debemos darle un voto de confianza.