El tema de las drogodependencias es muy amplio y complicado. Si conoces a alguien que haya tenido un problema de drogas sabrás que es un proceso largo. Dependiendo del tipo de droga la persona puede estar muchos años en tratamiento y aun así no hay garantías de su recuperación completa. Por lo que en este artículo solo nos vamos a centrar en la primera fase del proceso. Hacerle ver a tu hijos el camino que está tomando y todo lo que se está perdiendo ahora y se perderá en el futuro si sigue así.
Hay muchas clases de drogas y cada una es un mundo. Desde drogas legales como el alcohol y el tabaco hasta drogas ilegales como la cocaína, marihuana, alucinógenos, etc. Todas son igualmente peligrosas solo que en unas los efectos son más evidentes y rápidos que en otras. El tratamiento de una adicción también dependerá del tipo de droga. Por ejemplo, en el caso de la heroína es una sustancia que va directamente a la sangre y crea rápidamente la dependencia. El proceso de dependencia del alcohol es más lento, sin embargo hay muchas más posibilidades de recaída que en la heroína porque hay más accesibilidad a él.
Tanto como si tu hijos abusa de las drogas como si es dependiente, lo primero que tienes que hacer es hablar con él y hacer que reconozca su problema. La diferencia reside en que en el abuso de drogas aun no hay una dependencia del cuerpo a la droga, pero la usa de manera peligrosa, causando un deterioro significativo en su vida social, familiar y laboral/escolar. Cuando hay dependencia, aparte de lo dicho anteriormente, también existe:
- Tolerancia: se necesita aumentar cada vez más la cantidad de sustancia para tener los mismos efectos.
- Síndrome de abstinencia cuando se deja de tomar la droga.
¿Qué podemos hacer como padres si nuestro hijos tiene una adicción?
Si vemos que nuestro hijo tiene una adicción, lo que debemos hacer es lo siguiente:
1. No te enfrentes a él ni le acuses de primeras.
Antes de hacer nada primero tienes que asegurarte de que realmente tu hijos consume drogas. ¿Últimamente ha cambiado su carácter? ¿Cómo son sus hábitos de sueño y comidas? ¿Siempre tiene dinero pero no trabaja?
Se empático y asertivo. Habla con él sobre que últimamente está cambiando y lo notas distante. Si él lo niega es mejor no insistir hasta que estemos seguros de que realmente está tomando drogas, tiene que admitir que tiene un problema para que podamos ayudarlo. Echarle sermones no servirá absolutamente de nada.
2. Una vez que estás seguro confróntale con tacto y hazle ver que como familia queréis ayudarlo.
Si hablamos de drogas duras y es menor de edad podéis llevarlo directamente a un centro de desintoxicación. Limpiar la droga de su cuerpo no es la cura pero es un primer paso para la recuperación. Después con la ayuda de un profesional tenéis que convencerlo para que acepte un programa de tratamiento. Hay centros integrales y centros de día que ofrecen buenos programas, lo ideal es que vaya a uno especializado en adolescentes y jóvenes. El asesoramiento profesional es básico porque el especialista sabrá mejor como lidiar con el adolescente y podrá asesoraros.
En el caso de que sea mayor de edad no podemos obligarle a recibir ayuda. Si habéis hablado con él, no reconoce el problema y se niega a hacer nada al respecto habrá que dar un paso más.
3. Quítale todo tipo de privilegios.
Hazle ver de una forma directa cuál es tu postura al respecto. El joven tiene que aceptar el tratamiento o se acabaron todo tipo de privilegios. Tiene que ver que hay más ventajas en aceptar el tratamiento que inconvenientes.
Córtale el grifo, sobre todo en lo referente al dinero. No aceptes chantajes emocionales ni te dejes engañar por lo que pueda decirte. Se claro y firme. En la familia tiene que haber una postura de absoluto rechazo a todo lo relacionado con drogas y un consenso entre los padres es fundamental. Eso sí, tu hijo tiene que entender que le ofreces tu ayuda en todo momento, pero que es él quien se niega a aceptarla. Tú te comprometes a ayudarle siempre pero tiene que haber unas normas mínimas que él tiene que asumir y que no se pueden pasar por alto. Las normas en realidad no son "normas", son unas condiciones necesarias para que pueda haber una convivencia en la familia. Para que él esté saludable y pueda recuperarse de su adicción.
4. En casos extremos toma medidas extremas.
Si tu hijo no acepta tu ayuda y no quiere cambiar habría que plantearse la convivencia. Lo que se busca es que él reaccione, que se de cuenta de que no puede seguir así. Si buscamos un cambio a veces no hay más remedio que esperar a que "toque fondo". Lo que no podemos hacer es seguir teniéndole en casa y dejarle consumir porque transmitimos el mensaje de que permitimos el consumo y se enlentece el proceso. El problema no va a desaparecer solo.
Dejar de convivir juntos garantiza un gran riesgo, por ejemplo el que el joven se junte con personas que le mantengan la adicción. Pero a veces no hay otra solución. Si queremos que nuestro hijo sea consciente del peligro y que "cambie el chip" tenemos que esperar a que reconozca el problema y armarnos de paciencia, aunque para ello tenga que darse de cara a la pared. A veces es necesario. Hasta que él mismo no lo vea dará igual lo que le digamos. Si le sobreprotegemos solo vamos a cronificar el problema. Estamos ofreciéndole nuestro apoyo en todo momento pero para ello tiene que comprometerse a cambiar. Dar este paso importante no es un camino de rosas y por eso hay que insistir en buscar ayuda de un profesional que os ayude y evite que acabéis cediendo.
5. Acompáñale en todo el proceso de tratamiento.
Una vez que tu hijo acepte que tiene un problema es vital que le apoyes y le demuestres lo mucho que le quieres y te preocupas por él. Sin embargo, ten en cuenta que con tu ayuda no basta y es obligatorio el tratamiento.
¿Qué tipo de tratamiento elegir?
Hay muchas opiniones al respecto. Lo primero que debe buscarse es la desintoxicación y abstinencia. Por un lado encontramos comunidades terapéuticas donde el paciente residirá ahí un tiempo, hasta que esté "recuperado". Tienden a ser breves y se busca integrar al joven de nuevo en la sociedad, cuanto antes mejor. Por otro lado, encontramos los centros u hospitales de día o de noche: el tratamiento es parecido al de las comunidades terapéuticas. Sin embargo, aquí el paciente pasa la noche en su casa, o el día en el caso de que trabaje por las mañanas.
Hay muchos más tipos de tratamientos, así como grupos de ayuda tanto a pacientes como a padres y familiares. Muchos son compatibles y debe elegirse un tratamiento acorde a las características individuales del adicto y sus circunstancias. Un especialista podrá asesoraros en cuál es la mejor opción para vuestro hijo.
Por último, la duración del tratamiento varía en función del grado de adicción y tipo de droga consumida. Pero son largos y por lo general el mínimo son 90 días. El apoyo de los padres es fundamental en todo el proceso.