La tos ferina es una de las enfermedades infecciosas de las vías altas más contagiosas, que afecta sobre todo a lactantes menores de 6 meses, aunque también puede afectar a niños, adolescentes y adultos. Puede llegar a ser muy grave, sobre todo si el bebé no ha recibido todavía todas las vacunas que le corresponden, por eso es tan importante prevenirla y atajarla cuando se ha producido el contagio.
¿Cuál es la causa de la tos ferina?
La tos ferina la causa la bacteria Bordetella pertussis, y se transmite por las vías respiratorias (tos, estornudos, secreciones nasales, saliva...) de las personas infectadas. Esta enfermedad está clínicamente diagnosticada desde 1578, aunque no fue hasta 1907 cuando se aisló y descubrió la bacteria causante.
¿Cuáles son los síntomas de la tos ferina?
Se caracteriza por una inflamación traqueo-bronquial. Los síntomas iniciales son parecidos a los del resfriado común:
- Congestión nasal
- Moqueo
- Estornudos
- Accesos de tos violenta, que terminan con un ruido estridente
- Sensación de asfixia
- Cansancio después de un ataque de tos
- Vómitos
- Ojos llorosos
La tos ferina puede ser muy grave si todavía no se han recibido todas las vacunas
En los bebés la tos ferina tiene mayor gravedad, pues más del 50% de los niños menores de 1 año necesitan ser hospitalizados.
Muchos bebés que la padecen son contagiados por sus hermanos mayores, sus padres o personas que los cuidan, pues a menudo no saben ni que tienen esta enfermedad, camuflándose bajo la apariencia de un resfriado.
El período de incubación suele ser entre 5 y 10 días, aunque puede llegar hasta los 21 días. El portador de la bacteria puede contagiar a los demás desde la aparición de los síntomas hasta tres semanas después de que empiece a tener tos. Al tomar un tratamiento con antibióticos, el contagio se reduce después de 5 días de estar tomándolos.
¿Qué complicaciones pueden darse?
Aunque en España y otros países desarrollados la tos ferina está cubierta gracias a la vacunación en el 95% de los niños, pueden declararse casos, debido a que actualmente se viaja más, trayendo la bacteria de países menos desarrollados, entre otros factores.
Existe una pequeña pérdida de la inmunidad a partir de los 6-10 años desde la última dosis de la vacuna, por lo que algunos adultos no están adecuadamente protegidos frente a la bacteria, manteniéndola activa en su entorno social.
Las complicaciones que pueden darse en los bebés suelen ser:
- Convulsiones, en 1 de cada 50 casos
- Neumonía, en 1 de cada 10 casos
- Encefalopatía, en 1 de cada 250 casos
- Crisis de apnea respiratoria, en 1 de cada 50 casos
En los bebés y niños pequeños, la mortalidad es de un 1% en bebés de menos de un mes de vida.
Las secuelas más comunes son bronquiectasias (deformación de los bronquios, que predisponen a tener infecciones repetitivas) y daños cerebrales, dándose en 1 de cada 100 casos.
¿Existe una vacuna para la tos ferina?
Efectivamente, en 1923 se desarrolló en Gran Bretaña, y todos los países desarrollados la incluyen en sus programas de vacunación infantil.
La mejor prevención de la tos ferina es a través de la vacunación, y también si en el entorno del bebé hay alguien resfriado es importante mantener lejos al bebé, para evitar un posible contagio.
Recomendaciones de la vacunación
En la mayoría de países desarrollados la tos ferina está cubierta al 95% gracias a la vacunación
Para niños mayores y preadolescentes: La protección contra la tos ferina disminuye con el tiempo, y es frecuente recibir una dosis de refuerzo entre los 11 y 12 años.
Para mujeres embarazadas: si la mujer embarazada no recibió en su día la vacuna DTPa, necesitará una dosis en el tercer trimestre del embarazo, o si no inmediatamente después del parto.
Para adultos: si no se vacunaron de niños, deben recibir una dosis, sobre todo si van a tener hijos o estar en contacto con bebés.