Cuando se tiene un bebé, todas las preocupaciones del mundo parecen incluso pocas. Desde el momento en el que la mujer sabe que está embarazada, comienza a darle vueltas a todo lo que podría pasar con el bebé, a todo lo que va a tener que hacer frente a partir de ese momento. Le dará vueltas al hecho de si es mejor darle el pecho o darle leche de fórmula, si deberá llevarlo o no a la guardería, cuál será el nombre más apropiado... Y cada pequeña decisión parecerá incluso un mundo. ¡Pero es normal! Es algo que sienten absolutamente todas las madres y todos los padres, un miedo lógico. Tener un hijo es una responsabilidad enorme, y conlleva grandes preocupaciones.
Hay un dilema que todas las madres y todos los padres se plantearán en un momento dado, y es qué biberón es mejor. ¿Qué elegimos? ¿Un biberón de plástico o uno de vidrio? ¿Cuál será la mejor forma de que nuestro bebé tome leche?
Cuando se comenzó a hablar hace unos años del BPA, y de lo tóxico que este podría llegar a ser para los seres humanos, uno de los miedos que surgió fue el de cómo este podría afectar a los bebés que tuvieran biberones de plástico. Para el que aún no lo sepa, el BPA es un compuesto químico que se utiliza normalmente para fabricar distintos plásticos. Estamos hablando de un compuesto que está presente en prácticamente todos los elementos de nuestra vida: en los CDs, en las gafas de sol, en los cepillos de dientes y... Sí, también en los biberones de plástico.
Actualmente, no está permitido que se fabriquen ni que se vendan biberones con BPA en la Unión Europea, pero hasta hace relativamente poco, era bastante habitual encontrar esto. El problema del BPA es que puede llegar a desprender sustancias en la leche, y puede llegar a ocasionar trastornos metabólicos, hepáticos, cardiovasculares, diabetes... Y esto podía afectar aún más a los niños, puesto que digieren peor los tóxicos.
El biberón de plástico no es recomendable
Si bien es cierto que, actualmente, el biberón de plástico que se vende en la Unión Europea debe estar libre de BPA, no todos tienen la misma calidad. Para comprobar si ese biberón tiene la calidad suficiente como para que tu bebé tome leche, lo mejor es observar la parte inferior del mismo; ahí debe haber un triángulo, con un número en su interior. Si el número es un 7, lo mejor es que dejes de usarlo, puesto que podría tener BPA; mas si tiene un 2 o un 5, estás fuera de peligro. Si tiene un 1 o un 4, también puedes continuar usándolo.
Aún así, la gran mayoría de los expertos suele recomendar que se use un biberón de vidrio, puesto que es mucho más seguro para la salud del bebé. Además, tiene mucho menos impacto medioambiental, es más sencillo de limpiar y es más fácil de desinfectar por completo.
Depende mucho de lo que cada uno prefiera. Los biberones de vidrio, por ejemplo, son mucho más útiles durante los primeros meses de vida de un bebé, puesto que, como hemos explicado, los gérmenes no se adhieren con la misma facilidad. Durante los primeros meses, los bebés tienen un sistema inmunológico mucho más sensible, y lo mejor es protegerles de cualquier tipo de contaminación posible.
Además, el vidrio es mucho más fácil de limpiar; basta con un baño maría, por ejemplo, para que esté completamente libre de gérmenes. No solo eso, sino que también resiste mucho mejor los cambios de temperatura, con lo que podrás meterlo en el microondas. Su mayor desventaja es que el vidrio se rompe con facilidad, y el plástico es casi irrompible. Eso sí: el plástico absorbe tanto los colores como los olores, con lo cual tendrás que tirarlo mucho antes, porque acabará perdiendo su calidad.
Como conclusión, debemos señalar que cada biberón puede tener sus ventajas. Por ejemplo, es mucho más fácil transportar un biberón de plástico, porque es menos probable que se rompa; no obstante, el biberón de vidrio es mucho más higiénico. Los expertos recomiendan este último precisamente por eso, pero la última decisión es vuestra.