Todo el mundo quiere lo mejor para sus niños, pero éstos no vienen con una guía de instrucciones bajo el brazo y la mayoría de las veces, la manera de criar a los pequeños es guiada por lo que aprendimos de nuestros padres. Sin embargo, ¿qué pasa cuando hay una discordancia fundamental entre el padre y la madre? Uno de los aspectos más discutidos es si la crianza debe realizarse en el campo o en la ciudad. Cada ambiente tiene sus pros y sus contras, y los resultados de la crianza pueden ser positivos en ambos casos.
Las ventajas de crecer en el campo
Entendiendo campo por pueblo, estos lugares son perfectos para la infancia: todo el mundo se conoce entre sí, la gente se saluda por la calle, los niños pueden desplazarse solos (al colegio, a las actividades extraescolares, a la casa de los amigos) e ir bicicleta sin problema, ya que en el interior del pueblo no se conduce a más de 40 kilómetros por hora. En el pueblo no hay miedos: atracos, robos, secuestros... ni se contemplan. Hay más libertad, más confianza y además, la posibilidades de frecuentar lugares verdes hace que el niño esté mucho más en contacto con la naturaleza. Esto se traduce en una mejora considerable en la salud y además, nos hace menos propensos a sufrir depresión. El contacto con los animales de granja además, favorece los valores de los niños en cuestión de respeto por el mundo animal.
Desventajas de crecer en el campo
Si bien hemos comprobado las ventajas de vivir en un pueblo, también hay desventajas palpables. Entre ellas, el acceso a la cultura: es un lugar con menos posibilidades, difícilmente encontraremos un cine o un teatro, los eventos culturales son escasos y ya no hablemos de los estudios. A la hora de que el niño crezca y se plantee estudiar en la universidad, tendrá que irse a la ciudad para continuar sus formación.
Otra desventaja es la privacidad. Los cotilleos están a la orden del día y no puedes hacer nada sin que se entere hasta el carnicero del pueblo.
Ventajas de crecer en la ciudad
La ciudad es otro mundo. Como habíamos mencionado, permite un acceso a los eventos culturales mucho mayor : hacer cosas diferentes cada día ayuda a desarrollar la imaginación del pequeño. Museos, exposiciones, juegos y miles de actividades están a tu disposición sin gastar mucho dinero. Además, el niño aprende a convivir con gente muy diferente, tanto en grupos sociales como en etnias.
La educación es mucho más completa, sobretodo en el ámbito de idiomas, algo que ahora resulta básico para la formación. Además, hay mucha más oferta: colegios públicos, concertados y privados. El transporte público también es una ventaja, no necesitarás tener coche propio ni para ir a trabajar ni para llevar a los niños al colegio.
Las desventajas de crecer en la ciudad
Po último, vivir en la ciudad también tiene sus desventajas. Es bien sabido que es mucho más estresante: tráfico y bocinas constantes, sobrepoblación y multitudes en todas partes. La gente que vive en la ciudad es más propensa a sufrir ansiedad, depresión y esquizofrenia.
Por supuesto, es bastante más peligroso: a nadie se le ocurre dejar a un niño solo a las 8 de la tarde por la ciudad. Por otra parte, el anonimato. Puede considerarse como algo positivo a la hora de conservar la privacidad, pero esto influye en el autoestima directamente: sólo eres uno más en la gran urbe y destacar es realmente complicado. Por lo tanto, en la ciudad son más competitivos, algo que se ve mucho en las escuelas.
En conclusión, todo tiene sus pros y sus contras. Es cierto que el ambiente no es lo que va a condicionar nuestra forma de ser, pero nos ayudará a desarrollar determinadas características de nuestra persona.