Tener un hijo es uno de los regalos más grandes que te da la vida, pero también es una gran responsabilidad. No solamente tienes que asegurarte de que está bien cuidado en cuanto a su alimentación y salud en general, que se encuentre feliz y a gusto en el hogar, que reciba unos buenos estudios y, en general, que se sienta querido y apreciado por ti a la vez que recibe la educación adecuada para poder comportarse adecuadamente en el futuro.
La competitividad es un aspecto natural en todos los seres humanos. El hecho de ser sociables hace que no podamos vivir en soledad y necesitemos de las demás personas para sentirnos a gusto y aceptados. El hecho de compararnos con los demás es normal, pero debemos aprender a saber hasta qué punto la competitividad es buena o puede convertirse en un arma muy dañina para uno mismo o para quienes le rodean.
Los niños son muy vulnerables y normalmente repiten los comportamientos que ven a su alrededor, por eso es importante que te conviertas en un referente de buen ejemplo y conducta para que los más pequeños quieran tener las mismas actitudes, evitando aquellas negativas que tanto daño pueden hacerle, no sólo durante su infancia, sino también cuando se hagan mayores.
Descubre algunas maneras por las cuales puedes inculcar la competitividad de una manera sana en tus hijos para que aprendan a superarse a sí mismos, pero conociendo los límites de esta competición para que no se convierta en algo constante o algo que les haga debilitar su autoestima.
Beneficios de una competitividad sana
El hecho de tener un sentido de la competitividad sano puede ser muy bueno para tus hijos a la hora de buscar lo mejor de sí mismos. Por lo tanto, no será tanto el compararse con los demás, sino más bien con uno mismo. Deberás enseñarle al más pequeño que su objetivo será siempre hacer las cosas lo mejor que pueda y, si eso implica que puede hacerlas mejor que otras personas o de cómo lo hizo anteriormente, mucho mejor.
De este modo buscará superarse en todas aquellas cosas que haga en su día a día y no solamente en los estudios o las actividades extraescolares, sino también en sus actos. Es decir, que podríamos inculcar esta competitividad sana consigo mismo a la hora de portarse bien y mostrar un excelente comportamiento. Deberá aprender a no compararse tanto con los demás, quizás con sus hermanos o compañeros, sino a demostrar que él o ella han hecho las cosas o han tenido el mejor comportamiento posible y esto deberá ser premiado adecuadamente para que quieran seguir mejorándose a diario.
Así pues, con tal de poder completar adecuadamente su educación es importante que los padres les presten la atención que necesitan. Si ven que sus hijos están haciendo un esfuerzo por superarse y por dar lo mejor de ellos mismos será adecuado que les premien acordemente, pero más que con objetos, con las muestras de cariño, afecto y pasar tiempo juntos haciendo lo que a tus hijos les guste, potenciando así la idea de que si quieren, pueden hacer las cosas del mejor modo posible, superándose a sí mismos en busca de una mejoría propia, más allá de los regalos materiales que puedan obtener por ello o la satisfacción de ser mejor que un tercero.
Desventajas de ser demasiado competitivo
Debemos tener cuidado a la hora de inculcar la competitividad en un niño, puesto que si esta no es sana puede crear problemas de autoestima en el mismo. Es posible, entonces, que tu hijo se pueda empezar a comparar demasiado con los demás en todos los aspectos de su vida, algo que le hará sentirse triste, ya que nadie puede ser el mejor en todo lo que haga. De este modo, siempre habrá alguien mejor que él, lo que hará que esté siempre esforzándose por llegar a un ideal imposible. Esto puede afectar de forma negativa a su carácter, haciendo que esté más irascible y triste.
Tampoco debes premiarle demasiado cuando llegue a ser el primero en algo que se haya propuesto. Por supuesto deberás felicitarle y animarle a que siga dando lo mejor de sí mismo, pero también deberás hacerle entender que la prioridad no es ser el más destacado o pasar por encima de los demás, sino dar lo mejor de sí mismo para saber que está haciendo las cosas del mejor modo posible por su bien y por conseguir la mejor versión de su persona, siempre desde la competitividad sana y aceptando, sin enfadarse ni sentirse dolido, las veces que no pueda ser el primero.