Hay hábitos, costumbres, que por muy comunes que puedan llegar a ser, también pueden llegar a suponer un problema bastante grave para las personas que los practican. Uno de esos hábitos es el bruxismo, que es una costumbre totalmente inconsciente que consiste en apretar con fuerza los dientes. No es solo apretar los dientes, sino que también puede consistir en rechinarlos. El problema del bruxismo (además de lo desagradable que suena en sí mismo) es que puede acabar provocando graves daños en la mandíbula de la persona que lo padece, así como molestias en la cabeza, todas consecuencia de mantener la mandíbula en tensión.
No es un problema exclusivo de adultos, sino que los niños, incluso los más pequeños (a partir de los dos o tres años) ya pueden sufrir bruxismo. Y si en un adulto los dolores derivados de apretar los dientes son molestos, imaginad en niños, que ni siquiera terminan de comprender por qué sucede eso. Por regla general, los niños suelen rechinar o apretar los dientes cuando se van a dormir. En sueños, sin darse cuenta, mantienen la mandíbula en tensión. De esta forma, el hábito de dormir acaba uniéndose al hábito de rechinar los dientes, provocando molestias.
El bruxismo suele darse, sobre todo, en niños que tienen entre seis y diez años, justo cuando se están cayendo los primeros dientes de leche. Al dormir, sobre todo durante las primeras horas de sueño, los niños aprietan los dientes sin apenas darse cuenta; por desgracia, no se conocen exactamente las causas del bruxismo. No hay una explicación certera sobre por qué los niños aprietan los dientes, por qué los rechinan.
¿El bruxismo tiene causas?
Como hemos señalado, el bruxismo, al menos en un primer momento, no tiene causas directas. Lo que sí que tiene son desencadenantes que pueden acabar provocando que los niños aprieten los dientes. Según algunos odontólogos, el estrés puede llevar a los niños a tener bruxismo. Quizás pensemos que el estrés es algo único del mundo de los adultos pero, al parecer, nada más lejos de la realidad. Debido a la cantidad de actividades que les mandan en el colegio, a la materia que tienen que estudiar, a las clases particulares y demás actividades que tienen por la tarde, los niños cada vez tienen más tiempo para descansar y disfrutar de su tiempo libre. Es por esto que algunos acaban padeciendo estrés.
También hay quien ha llegado a señalar que el dolor de cabeza, el dolor de oídos o la caída de los dientes de leche, puede llegar a provocar un dolor físico que hace que el niño apriete los dientes para tratar de evitarlo. Pero ni esto ni el hecho de que tener parásitos intestinales pueda estar relacionado con el bruxismo, ha sido demostrado. Con lo cual, en un primer momento, solo podemos quedarnos con el estrés como posible causa.
El bruxismo puede darse tanto de día como de noche, y estamos hablando de dos tipos de bruxismo totalmente distintos. El diurno es relativamente más fácil de controlar por los pequeños, así como por sus padres; mediante correcciones constantes de los adultos, e indicándole al niño que debe estar pendiente para no apretar los dientes, puede llegar a eliminarse. No obstante, el bruxismo nocturno, ese que se da en el momento de dormir, es mucho más complicado. Es totalmente inconsciente, y aparece tan solo durante las primeras horas del sueño, desapareciendo después.
Problemas derivados del bruxismo
Pese a que parezca una tontería, el bruxismo puede causar muchas molestias a largo plazo. No solo provoca el desgaste de los dientes, haciendo que estos estén cada vez peor, sino que también provoca a los niños fuertes dolores de cabeza y mandíbula.
El bruxismo causa un desagradable ruido por el rechinar de los dientes
Tratamientos para el bruxismo
Si veis que vuestro hijo tiene bruxismo, lo primero que debéis hacer es acudir a un médico, para que sea este el que os aconseje por dónde deberíais seguir el tratamiento. Puede que el especialista os señale un consejo que nosotros no sepamos dar, por ejemplo. De todas formas, el bruxismo no es considerado una enfermedad, con lo cual no hay un tratamiento específico, sino más bien unas pautas a seguir para tratar de paliar el comportamiento lo máximo posible.
Lo primero, y fundamental, es analizar el entorno del pequeño. ¿Se encuentra en un entorno completamente protegido, libre de estrés y ansiedad? Si la respuesta a esta pregunta es no, ya sabéis por dónde debéis empezar a cambiar las cosas. Es fundamental que los niños se sientan completamente protegidos y a salvo; su salud mental es garantía de salud física.
Una vez hayáis analizado su entorno, y tratado de hacerlo lo más apacible posible, hay algunos consejos que podéis seguir para tratar de evitar el bruxismo, sobre todo el que se produce en el momento de dormir. Por ejemplo, podéis disminuir drásticamente su actividad física justo en el momento previo a la cama; de esta forma, se irá a dormir tranquilo, y no sentirá la necesidad de rechinar los dientes para liberar su estrés. Podéis probar, a su vez, con técnicas de relajación, como un baño caliente, o leer cualquier cuento. Nada de permitir que se quede dormido mientras ve la televisión, o ve una película. Las luces artificiales no son lo más relajante, no es algo que deba ver justo antes de dormir.
También podéis tratar de evitar que realice conductas parafuncionales, como podrían ser las de morderse las uñas, pellizcarse los labios o mordérselos, o morder lápices u otros objetos. Esto solo provocará que el bruxismo aumente. No os preocupéis: con tiempo, seguro que este hábito desaparecerá.