El verano puede llegar a suponer un gran riesgo para los niños, sobre todo para los más pequeños y para aquellos que no saben nadar demasiado bien. Incluso los que saben nadar pueden llevarse más de un susto en un momento determinado. Es muy fácil que, al estar jugando y divirtiéndose, traguen más agua de la conveniente sin darse ni cuenta, y eso acabe en un atragantamiento que, por muy inofensivo que sea, les dará un susto bastante grande. Susto que será incluso peor para los padres que para los niños, por supuesto.
Últimamente se ha comenzado a oír hablar bastante más del llamado ahogamiento secundario; no obstante, este ahogamiento secundario no es algo que se haya descubierto ahora. Todos los años, por estas fechas, se habla de este ahogamiento y del pavor que puede llegar a producir en los padres. Pero, ¿qué es exactamente el ahogamiento secundario? ¿En qué consiste, y porque hay quien se preocupa tanto?
El ahogamiento primario es algo que ya conocemos de sobra: un niño traga agua, y siente que ya no puede respirar. Y es que, al inhalar agua, sus pulmones se llenan de esta. Todos sabemos lo que tenemos que hacer en caso de un ahogamiento primario, puesto que es algo que siempre nos han enseñado, sobre todo para que atendamos a los niños. Pero el ahogamiento secundario es algo totalmente distinto, que llega entre quince minutos y setenta y dos horas después de haber sucedido un casi ahogamiento primario, sin que parezca haber ningún tipo de suceso que la cause.
El ahogamiento secundario puede pararse
El ahogamiento secundario es una especie de ahogamiento posterior a un casi ahogamiento primario; por eso es importante que si un niño vive un suceso así, se le vigile durante dos o tres días. No es habitual que suceda, pero podría suceder. Si tu hijo ha caído a la piscina, ha vivido un ahogamiento y ha perdido el conocimiento, llegando al punto de que habéis tenido que realizarle la reanimación cardiopulmonar, sus pulmones podrían encontrarse dañados. En ese caso, la función pulmonar podría dañarse, y el niño comenzaría a sufrir unos síntomas muy claros.
Si un niño ha sufrido un ahogamiento, y ha sido "resucitado" mediante la técnica de reanimación, debes extremar los cuidados y las precauciones para prevenir cualquier problema posterior. Debes prestar especial atención a unos síntomas que podrían ir apareciendo. Si el pequeño comienza a tener dificultad a la hora de respirar, tose mucho, está extremadamente cansado o notas que le cuesta prestar atención, no puede pronunciar con normalidad o tiene pérdida de memoria, podrías estar ante un ahogamiento secundario. En ese caso, los niños que sufran esto deben acudir rápidamente al hospital. Detectar los síntomas rápido puede salvar la vida del pequeño.
Este ahogamiento secundario puede ocurrir tanto con agua dulce como con agua salada, y debe ser siempre un médico el que confirme que el niño se encuentra ya completamente recuperado. Si el ahogamiento primario ha sido grave, lo mejor es que se quede en observación y sea reevaluado por el médico cada cierto tiempo, para así prevenir.
No tiene por qué ser mortal para los niños
Un caso hace relativamente poco ha despertado el interés de todo el mundo en este poco conocido ahogamiento secundario. Una bloguera llamada Lindsay Kujawa relató su experiencia con uno de sus hijos, que vivió un ahogamiento secundario en su propia piel. El pequeño sufrió un ahogamiento en la piscina, mientras jugaba con sus amigos, y tuvo que ser reanimado. Pese a que todo parecía haberse solucionado, Lindsay prefirió ponerse en contacto con su médico para contarle lo sucedido, y este, preocupado, le dijo que llevara rápidamente al niño al hospital. Ella se sorprendió, pero decidió hacer caso; cuál fue su sorpresa al ver que el chico estaba muy cansado, solo quería dormir y no podía andar de forma normal. Y este es uno de los síntomas que hemos visto anteriormente.
En urgencias le informaron de que los pulmones de su hijo se encontraban irritados a causa de los químicos que llevaba el agua de la piscina y, por tanto, cada vez tenía menos oxígeno en el cuerpo. Se estaba ahogando sin darse cuenta. No obstante, esta "aventura" tuvo un final feliz, puesto que el niño logró salvarse tras pasar varios días en el hospital.
Lo mejor es llevar siempre a urgencias a los niños tras un ahogamiento primario y, de esta forma, descartar un ahogamiento secundario. Porque así nos informarán de los posibles síntomas, y harán al niño un reconocimiento completo para evitarnos cualquier complicación.