Menú
Cómo limpiar la nariz a un bebé
Cómo limpiar la nariz a un bebé

HIGIENE

Cómo limpiar la nariz a un bebé

Los bebés tienen una nariz pequeña y delicada, pero la acumulación de mocos hace necesaria su limpieza, ¿cómo lo hacemos?

Al oír hablar de mucosidad, casi automáticamente pensamos en el moco de las fosas nasales. Si pensamos en mocos abundantes, casi inevitablemente se nos vienen a la mente los niños.

Sin embargo, el moco está presente en muchas más partes de nuestro cuerpo a lo largo de la vida. Esta sustancia viscosa producida por nuestro propio cuerpo puede encontrarse en el pulmón, en el esófago, en el colon, en el cuello uterino... En cada parte del cuerpo puede cumplir funciones diferentes: hidratación, lubricación, protección...

La mucosidad nasal

Los típicos mocos que se acumulan en la nariz son un mecanismo de defensa del cuerpo para combatir los virus y bacterias que penetran a través de las vías respiratorias. Al expulsar el moco, expulsamos también con él esta variedad de gérmenes. Según esta explicación, puede llegarse a la conclusión de que entonces los mocos son algo positivo y que deberíamos alegrarnos de su presencia. No es del todo cierto.

nariz de bebéLa higiene nasal de los bebés es importante para que no se acumule mucosidad

Problemas de la mucosidad excesiva

Aunque los mocos sean una forma de protección del propio cuerpo, su acumulación puede traer problemas consigo. La complicación más frecuente es la otitis. Al acumularse el moco en la nariz, impide la ventilación del oído medio, pudiendo ocasionar dolor y problemas más graves en el oído si no se actúa de la forma adecuada. También son frecuentes como consecuencia de los mocos las faringitis o la sinusitis. Pero, además de estas complicaciones, el malestar general que produce la mucosidad excesiva genera problemas en la alimentación y en el sueño, al impedir la respiración normal.

El moco en los bebés

El moco en la nariz es más frecuente y habitual en los niños pequeños y en los bebés. El sistema inmunitario aún no está plenamente formado en estas edades tempranas y por tanto son más proclives a la infección por parte de virus y bacterias en estas edades tempranas. Cuando los niños son algo más mayores y saben soplar el aire a través de la nariz, el problema es más fácil de resolver. Los niños y niñas aprenden a sonarse como hábito de higiene, al principio con ayuda y después de forma independiente. Sin embargo, cuando son bebés, necesitan ayuda externa para limpiar esta cantidad de mucosidad excesiva.

¿Cómo limpiar el moco a los bebés?

Lo primero y más aconsejable es intentar humedecer el moco para que la extracción sea más sencilla. En general, los ambientes secos, calurosos o el aire caliente de las calefacciones tienden a secar la mucosidad, haciendo tapón de forma más sencilla. Por tanto, una buena higiene ambiental favorece el proceso y evita la acumulación de moco. Es conveniente mantener húmedo el aire mediante humidificadores o bien movernos en entornos húmedos como la orilla del mar.

El aspirador nasal es un instrumento útil, pero cunado son pequeños mejor usar el de cánulaEl aspirador nasal es un instrumento útil, pero cunado son pequeños mejor usar el de cánula

Además, antes de comenzar a limpiar los mocos es aconsejable llevar a cabo un lavado nasal mediante suero fisiológico o preparados de agua de mar. Ambos podemos encontrarlos en las farmacias, donde podrán aconsejarnos lo más apropiado según la edad del bebé. A la hora de aplicarlo es posible que necesitemos ayuda para sujetar la cabeza del bebé. Lo mejor es acostarlo boca arriba y colocarle la cabeza de lado.

La higiene de los mocos no es algo agradable, ni para el bebé ni para el adulto, pero debemos ser conscientes de que este paso es extremadamente necesario en casos de mucosidad excesiva y que, pese a la incomodidad que seguramente manifestará el bebé, no es algo doloroso.

Existen varios métodos de higiene

Hay diferentes métodos para limpiar la nariz de los bebés.

Uno de ellos es el aspirador nasal en forma de pera. La comúnmente conocida como "perilla" consiste en un tubo de goma hueco en forma de pera que tiene en un extremo un aplicador. Se aprieta el tubo para que salga el aire de su interior y se coloca el aplicador en la fosa nasal del niño. Después, lentamente se va aflojando el tubo, de manera que por la presión se absorbe el moco que pasa a su interior. Si tapamos la otra fosa nasal mientras tanto, la presión será mayor y saldrá más moco.

Este método sin embargo es más recomendable para niños algo más mayores. Con los bebés, el aplicador de la perilla puede resultar demasiado grande o bien es posible que el tubo no haga la presión suficiente.

El aspirador nasal de cánula

En edades más tempranas es más apropiado el aspirador nasal de cánula. En un extremo de la cánula hay un pequeño tubo con un aplicador; en el otro extremo está el cable de la cánula con un adaptador. El pequeño aplicador se ajusta a la nariz del bebé. Después el adulto, aspira a través del adaptador del otro lado de la cánula. De esta forma se aspira el moco del bebé, que queda retenido en el tubo.

Como decíamos, no resulta un proceso agradable y probablemente los bebés mostrarán mucho rechazo, sobre todo al principio. Necesitaremos ayuda para poder sujetar al bebé mientras aspiramos. Poco a poco los bebés se acostumbrarán a este proceso.

Se recomienda un lavado nasal con suero fisiológico antes de la limpiezaSe recomienda un lavado nasal con suero fisiológico antes de la limpieza

¿Cuándo es necesario extraer la mucosidad?

No debemos pretender retirar continuamente los mocos hasta hacerlos desaparecer, pues es imposible. La mucosidad se irá generando de forma progresiva y si intentamos limpiar la nariz demasiado a menudo podemos incluso dañar las fosas nasales del bebé, aunque el aspirador nasal de cánula es muy poco agresivo.

Es recomendable limpiar los mocos cuando notamos que son especialmente abundantes y cuando percibimos que le dificultan la respiración o que el bebé hace algún tipo de ruido al respirar. En los días en los que la mucosidad sea más abundante, tres o cuatro veces al día son más que suficientes. Los momentos claves son antes de ir a dormir, para intentar mantener las vías lo más despejadas posibles durante el sueño y también después del baño. En ese momento, gracias a la humedad y al calor, será más sencillo retirar los mocos.

Este procedimiento, aunque pueda resultar molesto, es necesario para evitar complicaciones derivadas de la mucosidad. Cada vez es más frecuente que los pediatras descarten recetar mucolíticos en bebés y niños muy pequeños. Se han encontrado algunos efectos secundarios como un aumento de la frecuencia cardiaca, convulsiones o adormecimiento que han tenido como consecuencia incluso la retirada total de estos medicamentos en menores de dos años en algunos países como en Francia.

Las mejores pautas a seguir en casa ante los catarros son mantener al bebé bien hidratado, evitar los ambientes muy secos y limpiar los mocos mediante el aspirador para despejar las vías respiratorias.

Te puede interesar