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Cómo conseguir que tus hijos coman verduras y pescado
Cómo conseguir que tus hijos coman verduras y pescado

NUEVOS SABORES

Cómo conseguir que tus hijos coman verduras y pescado

Parece imposible conseguir que un niño o una niña coma verdura si rechaza este tipo de alimentos, pero en verdad es posible con mucha paciencia.

¿Conoces algún niño al que le guste comer verduras o el pescado? Hay casos, pero no son frecuentes. Incluso hablando con trabajadores que vigilan los comedores de colegios hay muy pocos que afirmen ver a niños comer estos alimentos sin protestar.

Todo esto tiene una explicación. Cuando nacemos nuestras papilas gustativas son más sensibles a los sabores y a medida que pasan los años y crecemos vamos perdiéndolas poco a poco, perdemos esa "sensibilidad". Por eso las personas mayores toleran mejor los alimentos amargos que los niños. Además, hay niños que nacen con una gran cantidad de papilas (más que otros niños) y por tanto su sentido del gusto es más "exquisito", notan los sabores de una forma más intensa, es lo que se llama los "supercatadores". Estos van a ser los que tengan más problemas para comer.

1. Empieza desde el primer momento

Cuando nos referimos desde el primer momento nos referimos desde el embarazo. Cuando la madre come, el bebé recibe a través del líquido amniótico los sabores de los alimentos que toma la madre porque ese líquido está formado por las proteínas, vitaminas y otros nutrientes a través de la comida. Eso explicaría en parte porque hay bebés que toleran mejor las verduras que otros, porque se acostumbran desde antes del nacimiento a esos sabores.

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Después del nacimiento vuelve a ocurrir lo mismo, el niño recibe su alimento a través de la leche de la madre, cuyo sabor será distinto dependiendo de su dieta. Recibir una gran variedad de sabores a través de la leche hará que al bebé más receptivo en el futuro a toda clase de sabores. Por eso, si no quieres tener problemas respecto a este tema en un futuro es aconsejable que empieces desde el embarazo a alimentarte de una forma variada y equilibrada, siguiendo la base de la dieta mediterránea. El objetivo es que ya desde pequeño el bebé experimente con estos sabores para que en un futuro acepte mejor estos alimentos. Incluso es mejor que tomes preferencia por los vegetales, pescados y otros sabores menos convencionales en este periodo (ya que para comer cosas dulces no les hará falta un aprendizaje previo...).

2. Retira de la mesa todo lo que no sea saludable

Muchos padres se quejan de que sus hijos no comen de manera saludable, sin embargo, a la hora de la comida siempre ves encima de la mesa Coca-Cola en vez de agua, pan blanco en vez de integral o natillas de chocolate en vez de fruta. Para empezar, si quieres que tu hijo pruebe nuevos alimentos no tiene que haber más opciones encima de la mesa porque siempre se van a tirar por lo conocido. Y algunos dirán: "es que si no, no come nada". ¿Y cuál es el problema? A lo mejor no come nada en esa comida pero cuando llegue la cena con hambre seguro que pone menos objeciones al plato. El problema es que si tienen la posibilidad de elegir otro tipo de comida que si les guste nunca van a probar nada nuevo por si mismos. Por ejemplo: si el niño se libra sin probar el puré del mediodía pero a la hora de merendar come galletas no estamos consiguiendo nada, solo que llegue con más ansiedad a la merienda y lo pase mal, puede que incluso hinchándose.

Sin embargo, si eliminamos de la casa aquellos alimentos no saludables no le damos posibilidades a que pique entre horas y tarde o temprano no le quedará más remedio que probar alimentos nuevos. Tampoco se trata de que las comidas estén compuestas solo productos naturales o sanos, la idea es hacer un combinado, con cosas que le gusten a él pero en menor cantidad que las otras (asi no se llena solo con lo que le gusta).

El miedo a que el hijo no coma es muy común en los padres y la mayoría lo vive con gran sufrimiento. Insisten una y otra vez en que su hijo se termine el plato. Respecto a las cantidades no debemos ser estrictos. Si terminan el plato pueden repetir tranquilamente, pero si no tienen hambre no les obligues nunca a comer. Aunque a ti te parezca que ha comido poco las necesidades nutricionales son muy variables para los niños y no se deben comparar entre ellos. En resumen, el que mejor va a saber quien tiene hambre es tu hijo, deja que haga caso a su estómago. El miedo a que el niño pueda quedar con hambre es irracional. No ha existido todavía ningún caso de un niño que haya muerto de hambre teniendo comida delante de la mesa.

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3. Repite las exposiciones y da ejemplo

Es la regla de oro, no puedes pretender que tomen alimentos que tu comes de Pascuas a Ramos. Si quieres que tu hijo coma puré de zanahorias prepárate para hartarte de él durante una buena temporada. Sirvelo con frecuencia para toda la familia y se el primero en probarlo y repetir continuamente lo bueno que está. No le obligues a comerlo, ni le riñas, ni montes un alboroto. Sírvele una cantidad muy pequeña al principio y dile que después puede tomar el segundo (algo que le guste más) y el postre. Si no lo come retíraselo sin hacer comentarios, pero mantén tu palabra. Nunca insistas ni amenaces una y otra vez porque entonces estarás convirtiendo las verduras en un estímulo negativo y en un futuro será menos propenso a probarlas.

Por otro lado, debes de ser un modelo a seguir. Que te vean prefiriendo frutas a bollería industrial o pescado en vez de fritos. No solo una vez, si no cuantas más veces mejor. De la misma manera, insiste en poner frecuentemente esos alimentos en la mesa cocinados de diferente manera.

4. No engañes y ten paciencia

Hay padres que ante la desesperación de que sus hijos a no comer las verduras o el pescado enmascaran trozos en las comidas tratando a los hijos como si fueran tontos. Por ejemplo poniendo verduras en los macarrones, pizzas o incluso en los pasteles. Esta estrategia es buena si el niño es consciente de que existen esas verduras y se dan cuenta de que mezclado con otras cosas tienen buen sabor pero nunca deben comerlos sin saber que existen . Si, puede que nosotros como padres nos quedamos más tranquilos porque sabemos que al menos toman vitaminas pero si lo que queremos es que les acaben gustando esos alimentos tienen que saber que los han comido. Si descubren que los han tomado engañados solo conseguiréis volverlos escépticos y que confíen menos en vosotros en el futuro.

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